Monday, February 2, 2015

Jesucristo Entiende Tu Sufrir

45 Y desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora novena. 46 Y alrededor de la hora novena, Jesús exclamó a gran voz, diciendo: Eli, Eli, ¿lema sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Mateo 27:45-46(LBLA)

La Biblia documenta que habría mucho sufrimiento en la tierra debido al pecado. Desde la caída del hombre, la tierra, junto con él, fue sentenciada por Dios. Como el sol sale para todos, de igual manera el padecimiento terrenal afecta a todos. Desde el pecado de Adam, la tierra suspira su restauración. Esto no acontecerá hasta que el Creador destruya, por completo, la Maldad. Mientras esto sucede, el dolor y sufrimiento terrenal no cesara. Nuestro Señor Jesucristo aun siendo inocente, sufrió la sentencia terrenal. El experimento todo padecimiento la tierra brinda, por lo cual no es ajeno al sufrir del hombre. El vivió en su propio cuerpo, alma y espíritu la ira del hombre y tristeza terrenal, hasta la muerte en la cruz.  Pero si tendríamos la oportunidad de preguntarle, afirmaría que lo más tormentoso que vivió fue el abandono de Su Padre: “Eli, Eli, ¿Lema Sabactani?”
El rey David, por un momento, sintió este abandono cuando peco. El Salmo 51 expresa la desesperación de él rogando al Padre que no lo abandonara ni le quitara Su Santo Espíritu, “no me eches de tu presencia y no quites de mi tu santo Espíritu” (v. 11 LBLA). El rey Saúl sintió y vivió la diferencia de cuando Dios estaba con él y cuando lo abandono. Cuando el Padre abandona, solo la muerte continúa. La desobediencia y pecado tienen sus repercusiones. Tanto David con su pecado y Saúl en su desobediencia experimentaron el abandono del Padre. La diferencia entre estos dos fue el arrepentimiento.  Uno fue genuino, el otro manipulador.
    Existen momentos donde nos sentimos desechado o abandonado por el Padre. Donde la oscuridad y tinieblas abrazan. Momentos donde nada ni nadie ministran el alma. La escases espiritual predomina y el deseo de muerte física gobierna. Nada motiva ni levanta. La soledad agobia y la tristeza es desbordante. En momentos como estos muchos abandonan la fe, otros regresan al mundo, pero otros claman al Padre. Lo que diferencia a estos es el nivel de relación personal tienen con el Maestro y el conocimiento de La Palabra de Dios en su vida.  Es de suma importancia escudriñar Las Escrituras para conocer al Padre y saber que no estamos solo. Jesús dejo al Espíritu Santo para nuestra ayuda espiritual. Jesucristo entiende el sufrir del hombre y advirtió que íbamos a tener padecimientos, pero que El ya había vencido, solo tenemos que permanecer en El. El mundo NUNCA tendrá la solución a los padecimientos terrenales. Este solo ofrece felicidad momentánea, ficticia personificada por el enemigo de Dios para engañar al hombre.  Si es pecado lo que abruma, arrepiéntete de corazón, recuerda que abogado tenemos ante el Padre, Jesucristo Hijo. Si es la desilusión de la vida, La Biblia está repleta de promesas para los que esperan en Jehová. Si estás en pruebas espirituales, imita a Jesucristo y clama al Padre diciendo: “Eli, Eli, ¿Lema Sabactani?”

En momentos de tormenta corre al que entiende tu sufrir. Los de la fe te podrán juzgar de débil o criticar tu fe. Pero hay uno que nunca jamás te hará sentir mal ni te rechazara. El conoce el dolor y jamás te daría sal y limón sino ungüento para que sanes y restaures.
JESÚS NO TE JUZGARA, EL ENTIENDE TU PADECER.

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