36Y había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Ella era de edad muy avanzada, y había vivido con su marido siete años después de su matrimonio, 37y después de viuda, hasta los ochenta y cuatro años. Nunca se alejaba del templo, sirviendo noche y día con ayunos y oraciones. 38Y llegando ella en ese preciso momento, daba gracias a Dios, y hablaba de Él a todos los que esperaban la redención de Jerusalén (Lucas 2:36-38).
Ser un cristiano soltero es un privilegio. La historia de Ana nos presenta un pequeño panorama de los beneficios de ser soltero para servir libremente al Señor. También el apóstol Pablo lo expone en su carta a los Corintios: A los solteros y a las viudas digo que es bueno para ellos si se quedan como yo (1 Corintios 7:8). Pablo entendía la ventaja de ser soltero para servirle a Dios y para ejecutar el trabajo que Jesús nos encomendó. Es entendido, también, que no todos pueden ser eunucos. Sin embargo, el Señor a elegidos algunos eunucos pero ellos, lamentablemente, han tomado la decisión de no serlo.