(Deuteronomio
1-34)
En este libro del Antiguo Testamento, Moisés repasa la Ley que Dios establece con Su Pueblo antes de entrar a la Tierra Prometida, instando a esta nueva generación a volver a pactar con Dios, a comprometerse de nuevo con Sus Ordenanzas, reafirmando su obediencia a los Mandamientos que Dios había dado.
Deuteronomio
revalida los Decretos y muchos otros estatutos dados en los libros de Éxodo y
Levítico. Los niños que habían salido de Egipto ahora eran adultos, listos para
conquistar y establecerse en la Tierra Prometida, pero antes, era necesario
repasar y establecer en el corazón de esta nueva generación, que iba a poseer
la herencia de Dios, Su pacto con ellos. Deuteronomio registra la serie de
sermones de Moisés en los que reafirmó los mandamientos de Dios que
originalmente se habían dado a los israelitas unos cuarenta años antes en Éxodo
y Levítico.
Similar
a la necesidad de un Deuteronomio, nuestra generación que está careciendo del
conocimiento del Dios de Israel, el Dios de la Creación, el Padre de
Jesucristo, debe ser re-entrenada y recordada, o re-evangelizada. Nosotros, los
que aún tenemos y llevamos la antorcha del Evangelio levantada nos toca educar
a nuestra generación de las verdades Bíblicas. La generación que nació en el
desierto necesito un recordatorio o Deuteronomio, de la misma manera esta estirpe
que está severamente influencia por la sociedad, la tecnología y la ciencia
necesita un recordatorio… Recuerda Israel tu Creador, quien te formo y libro de
las manos fuerte de los egipcios…recuerda quien murió por ti en la Cruz para
que ahora puedas tener acceso directo a tu Creador, venciendo la Muerte, y a Satanás.
En
los tiempos de José, llego al trono un rey que no conocía del Pueblo de Dios. Este
implemento yugo, aflicciones y últimamente esclavitud. Cuando carecemos de
conocimientos, tendemos a dejarnos dirigir por nuestro raciocinio.
En
las instituciones escolares se ensena Historia, la cual es una de las clases necesaria
para poder graduarse. Con esta materia, las historias sociales se mantienen
viva en la mente de los sobrevivientes y de la sociedad en general ya que se
continúa ensenando, con esto reviviendo las experiencias de nuestros
antepasados. Lastimosamente, La Biblia no es parte de esas materias ensenadas
en nuestras instituciones colegiales.
La
Palabra de Dios, lo que los cristianos llamamos La Biblia, debe estar escrita no
solo en nuestros corazones sino también en los postes de nuestras viviendas,
visibles a los ojos de nuestras generaciones que nos observan y siguen. Esta
debe ser continuamente enseñada a nuestros hijos, nietos, bisnietos y
comunidades cristianas. La Biblia es la Sagrada Escritura, La Palabra de Dios
para el mundo. En Ella Dios se da a conocer al mundo, antes y después del
tiempo de Jesucristo. Es la responsabilidad de la Iglesia ser el Moisés que
traiga a recordatorio, tanto en letras como en sermones, las Ordenanzas de Dios
y de Su Hijo Jesucristo a esta generación que se ha olvidado de Dios y de
Jesucristo. A nosotros nos corresponde impartir tanto a los creyentes como a
los gentiles La Palabra de Dios al mundo, pero si solo nos conformamos con
sermones de motivación cultivaremos una generación emotiva, pero no asentada en
La Palabra de Dios.
Nuestro
deber es motivar a regresar a las Sendas Antiguas, donde la lectura de La
Biblia era la enseñanza primordial a los fieles. La Palabra de Dios hace efectos
diferentes a los creyentes y a los gentiles. La Palabra de Dios se instruye a
los creyentes para ser fortalecidos, mientras que a los gentiles para salvación.
Reunirnos en las casas todavía tiene un poder diferente a las reuniones de
asambleas. Debemos motivar reunirnos en nuestros hogares, lo cual refuerza la
unidad e intimidad entre los fieles. Cuando los gentiles llegan a nuestras
reuniones del hogar, se siente más atraídos ya que esta provee un ambiente
amigable, íntimo y confidencial.
¡Regresemos
a La Senda Antigua (leer Hechos) y veremos la manifestación del Espíritu Santo
de una manera más íntima y poderosa!
La Iglesia de hoy necesita un Deuteronomio.