“A El nosotros proclamamos, amonestando a todos los hombres, y enseñando
a todos los hombres con toda sabiduría, a fin de poder presentar a todo hombre perfecto en Cristo”
(Colosenses 1:28)
“Pero tú, sé sobrio en todas las cosas, sufre penalidades, haz el trabajo de un evangelista, cumple tu ministerio. 6 Porque yo ya estoy para ser derramado como una ofrenda de libación, y el tiempo de mi partida ha llegado. 7 He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. 8 En el futuro me está reservada la corona de justicia que el Señor, el Juez justo, me entregará en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4:5-8 LBLA).
Las palabras del apóstol Pablo manifiestan el
proceso de vida del cristiano: pelear batallas, guardar la fe, terminar la
carrera. Con estas palabras del apóstol, se puede deducir que la vida del
cristiano es una continua edificación, la cual no termina hasta el fin de la
vida o los tiempos. Eso es el cristiano, un proyecto en construcción. El
cristiano va escalando peldaños; subiendo escalones para llegar al piso o meta
proyectada. A veces pierde el balance, retrocede, cae o se rompe. Esto es parte
de todo proyecto, pero no es el propósito. El deseo de un atleta no es caer,
tropezar o perder la competencia; este no entra en la competencia con esas intenciones.
Al contrario, su deseo es lograr la meta y llevarse el premio. Así mismo el
cristiano, este debe anhelar la corona de vencedor que se le dará al terminar
la carrera espiritual (2 Timoteo 4:7). Pablo exhorta ensenar todo tiempo con
sabiduría, y amonestar cuando sea necesario, ya que esto es parte del
pastoreado, con esto ayudando al creyente crecer en el conocimiento de Dios “a
fin de poder presentar a todo hombre perfecto en Cristo.”
El
proceso de formación del creyente es largo. El Evangelio debe crecer
diariamente en el cristiano. Para lograr esto, debe ejercitarse en las
disciplinas espirituales (oración, lectura de la Palabra, ayuno, obediencia,
asambleas, etc.) y estas lo llevara a crecer en el conocimiento de Dios, de Su
Plenitud y en el propósito de vida en la tierra como embajador de Cristo.
El proceso de formación intuye
crecer en propósito personal – para que fui creado; entendiendo verdaderamente
el propósito de vivir en la tierra. Lucas 2:49 relata el episodio cuando Jesús
era buscado por sus padres y la repuesta este le dio: “Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que
en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” este entendimiento
impregnado en el creyente lo ayudara a vivir una vida con propósito. Con esto
reduciendo ansiedades y desánimo terrenal, y a la vez tristeza espiritual,
entendiendo que ya no vive el sino Cristo en él. El cristiano de madurez
espiritual vive con intención, ama incondicionalmente y tiene intimidad con
Dios. Colosenses exhorta ser
lleno del conocimiento de Su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual,
permaneciendo en la fe, cimentados y constantes, sin movernos (col 1:9,23). La madurez
espiritual se muestra en el amor y la paciencia. El amor que Jesucristo mostro
al mundo acarreo sabiduría y paciencia. Tuvo que educar hombres con problemas y
deficiencias de todo género (educacional, social, etc.) y fue paciente con ellos.
Los débiles en la fe eran Su deleite, mostrándole con milagros y prodigios un
poquito del Reino Celestial (ej. las hermanas de Lázaro). Ruth Graham, esposa
de Billy Graham, tiene escrito en su tumba
“termino la construcción, gracias por su paciencia.” Ella entendió
este concepto. Los creyentes estaremos en construcción hasta el último respiro
de vida. Por lo tanto, debemos aprovechar cada instante de vida para
edificarnos en Cristo y santificarnos en Su Palabra. debemos quitarnos la ropa
de ‘civiles’ y vestirnos con el uniforme de ejército, entendiendo que mientras
estemos en tierra vendrán tribulaciones (batallas, guerras) para las cuales
debemos estar uniformados según Efesios 6: 10-20.
Cuando Cristo venga quiere
encontrarnos vestidos de santidad, no desnudos en inmundicias. Nuestra Casa es
el Cielo, no es la Tierra. Debemos desear las cosas de “arriba” no la de “abajo.”
2 Corintios 5:1-10 (LBLA) nos recuerda y anima: “Porque sabemos que, si la tienda terrenal que es nuestra morada, es
destruida, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha por manos, eterna en
los cielos. 2 Pues, en verdad], en
esta morada gemimos,
anhelando ser vestidos con nuestra habitación celestial; 3 y
una vez vestidos, no seremos hallados desnudos. 4 Porque
asimismo, los que estamos en esta tienda, gemimos agobiados, pues no queremos
ser desvestidos, sino vestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.5 Y
el que nos preparó para esto mismo es Dios, quien nos dio el Espíritu como
garantía[c]. 6 Por
tanto, animados siempre y sabiendo que mientras habitamos en el
cuerpo, estamos ausentes del Señor 7 (porque por fe
andamos, no por vista); 8 pero cobramos ánimo y
preferimos más bien estar ausentes del cuerpo y habitar con el
Señor. 9 Por eso, ya sea presentes o ausentes,
ambicionamos serle agradables. 10 Porque todos
nosotros debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno sea
recompensado por sus hechos estando en el cuerpo, de acuerdo con lo que hizo,
sea bueno o sea malo.”
Avancemos hacia adelante al Camino de
Cristo, no importa lo que tengamos que padecer, sufrir. No nos desanimemos
cuando faltamos al Evangelio, debemos seguir adelante, ¡entendiendo que ESTAMOS EN CONSTRUCCION! hasta nuestro último respirar o hasta que
Cristo regrese por Su Iglesia.