Cada individuo aprecia y razona SUCESO diferente. Unos lo equivalen a posesiones, otros a ocupaciones laborales, educación, salud, popularidad, y otros hasta en la cantidad de hijos han procreado. Muchos cristianos definen ‘suceso’ de la misma manera el mundo lo interpreta. Inclusive, algunos pastores definen el suceso de su congregación por el número de participantes/miembros. Estos concluyen su pastoreado es efectivo por la participación de sus miembros. Estas definiciones, tanto del mundo como del creyente, son conflictivas con la definición bíblica. Dios define SUCESO de manera diferente.
En los ojos del Creador y Señor de nuestra alma, SUCESO es medido por la OBEDIENCIA. Si recordamos pasajes bíblicos referentes a lo que Dios desea “obediencia y no sacrificio” podremos hacer más hincapiés en obedecer Sus ordenanzas en vez de ambicionar posesiones. La adquisición de posesiones puede ser algo tan simple como querer incrementar los miembros de una congregación sin interesarle la espiritualidad de esos miembros. Estos valoran el suceso de la congregación por la cantidad de membresía.
Muchos cristianos también definen suceso el ser parte del liderazgo de su congregación. Tristemente, si Dios no ha respirado vida o ha dado el visto bueno en lo que ejercen, estos están en desobediencia. El Dr. Charles Stanley dice que “no importa el resultado que obtengan en el trabajo que hacen, si Dios no esta en el asunto, no tiene valor lo que hacen.” Jamás podrán dar su potencial en ese ministerio. Dios ha dado a sus seguidores dones, los cuales han sido diseñados para cada uno, según Dios ha ordenado. Esto lo podemos leer en Romanos 12:5-10 “5también nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a todos los demás. 6 Tenemos dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado. Si el don de alguien es el de profecía, que lo use en proporción con su fe; 7 si es el de prestar un servicio, que lo preste; si es el de enseñar, que enseñe; 8 si es el de animar a otros, que los anime; si es el de socorrer a los necesitados, que dé con generosidad; si es el de dirigir, que dirija con esmero; si es el de mostrar compasión, que lo haga con alegría.”
Cuando estamos en ministerios fuera del diseño Dios ha ordenado, aunque pensemos que Dios esta complacido porque estamos trabajando para El Reino, estamos en desobediencia. Por eso es que muchas veces no vemos el resultado que deseamos. Nos afanamos y cansamos, pero no logramos ver la eficacia de nuestro esfuerzo. Dios es quien nos señala lo que debemos hacer; El es quien nos da la capacidad, habilidad y quien da el crecimiento. Por lo tanto, lo prudente es buscar la dirección de Dios antes de decir “si” cuando nos invitan a ejercer algún trabajo en la congregación. Así tendremos “suceso” en todo lo que emprendamos ¡para El Reino!