Friday, June 16, 2023

¿Cuál es Tu Testimonio?

 

38 Saúl vistió a David con sus ropas militares, le puso un yelmo de bronce en la cabeza y lo cubrió con una armadura. 39 David se ciñó la espada sobre sus ropas militares y trató de caminar, pues no se las había probado antes. Entonces David dijo a Saúl: No puedo caminar con esto, pues no tengo experiencia con ellas. David se las quitó, 40 y tomando su cayado en la mano, escogió del arroyo cinco piedras lisas y las puso en el saco de pastor que traía, en el zurrón, y con la honda en la mano se acercó al filisteo (1 Samuel 17:38-40 LBA).

 

En la Sagrada Escritura leemos historias de hombres y mujeres que fueron tanto rebeldes como obedientes. Sus testimonios varían de acuerdo a su nivel de fe, entrega, sometimiento, dedicación y obediencia al llamado de Dios. Los libros de Reyes y Crónicas relatan historias, que se preguntaría ¿cómo estos hombres desobedecieron a Dios de tal manera? ¿Cómo es posible que adoraron ídolos y reemplazaron a Dios después de ver y saber las maravillas que Él hizo por ellos? Estos no vivían por fe, sino por vista. Muchos de ellos vieron la Gloria de Dios con sus propios ojos, y podían testificar como Dios los libro y salvo de guerras y conflictos con naciones más poderosas que ellos.

Desde el Génesis la Biblia muestra y hace diferencia entre aquellos que se sometían y los rebeldes, mostrando también las secuelas de cada acción. Cada libro e historias nos lleva a conocer como se dirige y actúa el Padre ante estos personajes.

En nuestros tiempos, hablamos de mártires que dieron su vida por predicar el Evangelio, y que aún sigue sucediendo en nuestro tiempo. Diariamente mueren hombres y mujeres por la causa de Cristo. ¿Cuál es tu testimonio? Que dirían los demás de ti? ¿Tu familia, amistades, vecinos, congregación? ¿Eres de los rebeldes o sometidos? Cada uno de nosotros tenemos un testimonio que contar. ¿Cuál es el tuyo?

Cuando leemos los cuatro (4) Evangelios escrito por Mateo, Marcos, Lucas y Juan encontramos que cada uno relata la vida de Jesucristo y Su ministerio en la tierra de forma diferente. Cada cual recuenta lo que le hablaron e investigaron, como en el caso de Marcos y Lucas, ya que estos no anduvieron con el Maestro. Sin embargo, recuentan lo que los discípulos y familiares, como en el caso de Bernabé y Marcos, le testificaron de sus experiencias con Jesús. En el caso de Mateo y Juan, encontramos testimonios personales ya que estos caminaron con el Maestro. Cada escritor, inspirado por el Espíritu Santo, escribe su anécdota y experiencia de acuerdo a su cercanía al Maestro.

No debemos imitar a los demás, aunque Pablo dice que lo imiten, este se refería a su vida de obediencia y trabajo para Cristo. Dios desea usar a cada uno de nosotros de manera diferente. Claro que podemos elogiar aquellos que trataron de vivir una vida en santidad delante de Dios, pero el Padre desea usarnos de acuerdo a los talentos y habilidades Él mismo deposito en nosotros. La Biblia habla que algunos son Apóstoles, otros Misioneros, Pastores, etc. No es malo anhelar los dones espirituales siempre y cuando sea para honrar a Dios, expandir el Reino de Cristo en la tierra y edificar los santos. Habla con el Padre y pregúntale cuál es tu don o ministerio. No envidies a nadie ni desee sus bienes, incluyendo lo espiritual. Cultiva tu propio testimonio. No edifiques fundamentos donde ya existe. Deja que Dios te use efectivamente de acuerdo a lo que Él tiene designado para ti como trabajo en el Reino Celestial. Las armaduras del rey Saúl no le servían a David. David no podía pelear con el armamento de Saúl. Dios había determinado como David debía pelear contra Goliat para vencerlo. De igual manera, nuestro Padre Creador ha diseñado nuestro armamento para pelear en y por el Reino de Jesucristo. No te dejes influenciar por aquellos que te dicen lo que deberías hacer basado en lo que ellos observan y racionalizan. Déjate dirigir por el Espíritu Santo y escúchale a Él. Entonces, podrás narrar tu propio testimonio. 

 

Thursday, June 8, 2023

El Llamado Olvidado

 14 Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; 15 y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús (2 Timoteo 3:14-15).

Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el SEÑOR se le apareció y le dijo: ―Yo soy el Dios Todopoderoso. Vive en mi presencia y sé intachable (Génesis 17:1 CST).


Dios nos ha hecho varios llamados. Primeramente, nos llamó a Reconciliación por medio de Su Unigénito Hijo Jesucristo. También nos llamó a servir en Su Reino. Igualmente, a mantenernos fieles, firmes y constantes en la Fe. Sin embargo, un llamado poco mencionado y enseñado, es el de ser santos. 1 Pedro 16 claramente exhorta a la santidad: “Se santo porque Yo Soy Santo.” Hebreos 12:14 también incita a la santidad y no contagiarnos ni contaminarnos para que podamos ver al Señor. Cuando invitamos a Cristo a ser nuestro Salvador y Señor, no perdemos nuestra humanidad, al contrario, es cuando más la sentimos debido a la lucha que se inicia entre el espíritu y la carne. El Espíritu Santo de Dios ahora comienza el trabajo de santificación en nosotros, hasta llegar a la imagen de Cristo. Jesucristo logro Redención y Justificación del hombre por medio de Su sacrificio en la Cruz. Santificación es obra del Espíritu Santo y toma su tiempo. 

El Padre Celestial nos llama a la santidad. Por lo tanto, nuestro Dios espera que aceptemos el llamado, permitiendo al Espíritu Santo trabajar en nosotros. El hombre nunca podrá hacerse santo, es el trabajo del Espíritu en nosotros. Cuando tomamos la decisión de seguir a Cristo, también debemos decidir andar en santidad. Caminar en santidad y en paz con todos, es parte de la vida en Cristo (leer Romanos capítulos 6-8). El hombre en Cristo no debe andar de acuerdo a los deseos físicos y emocionales. El hombre no puede santificarse así mismo, solo el Espíritu de Dios puede santificarle, revelando todo pecado en él; toda transgresión contra el orden de Dios. El/los pecados son descubiertos en nosotros, no para juicio sino incitándonos a un arrepentimiento. Debemos entonces confesar el/los pecados para perdón. En ese proceso, iremos escalando peldaños y conocimiento de Dios, hasta llegar a ser ese varón/varona perfecto (santo) que le agrede a Dios y de honor a Jesucristo. 


Cristiano Maniquí

Ester 4:1-17 13  Entonces Mardoqueo  les  dijo que respondieran a Ester: No pienses que  estando  en el palacio del rey  solo  tú escapará...