En estos tiempos de incertidumbres el
hombre espera resolver los problemas mundiales en su propio entendimiento y humana
sabiduría. El cristiano leedor de La Escritura esta percibido, reconociendo que
estos problemas mundiales ya estaban pronosticados por Dios. Mateo 24 relata
estos tiempos, al igual que el libro de Revelaciones o Apocalipsis. La Biblia
habla del terror que vivirá la tierra en los tiempos antes de la segunda
llegada del Mesías. Dios en su
misericordia revela al ser humano de estas cosas para que este prevenido, y a
la vez se arrepienta de su mal proceder, reconociendo, como Nabucodonosor, que
El es el único Dios verdadero. Es estos tiempos, al igual que en los del Antiguo
Testamento, donde la esperanza desmaya, Dios provee la solución. Esta es simple y no ha cambiado, regresemos a
Él. Ya El proveyó la forma de hacerlo, Jesucristo Hijo.
El terrorismo está incrementando
causando miedos y temores extremos en el individuo. El terror incapacita causando
problemas sicológicos y físicos. El individuo vive en constante miedo y
preocupación y no tiene paz. La injusticia predomina. El débil sigue siendo
abusado y maltratado y no parece haber justicia. El suicidio, las drogas, los
robos, la lascivia y homicidios son actos comunes. Solo la fe en Cristo puede amparar
al individuo de las secuelas del terrorismo y persecución satánica. Solo en
Cristo se puede esperar cuando todo parece acabar. La Biblia relata que los
justos difícilmente se salvaran (1 Pedro 4:18). Eso siendo cierto, ¿cómo podrá el
impío sobrevivir la peste mundial? Habacuc, José, Sofonías, Jeremías y otros
hombres destacados en La Biblia vivieron periodos que parecían desperanzados.
Recibieron la fortaleza de Dios con promesa de restauración y continuaron hacia
adelante creyendo las promesas. Ellos creyeron a Dios y no permitieron que el
terror de su época los consumiera.
La Iglesia de Jesucristo también debe
mantener la esperanza cuando todo se ve entenebrecido y oscuro. Los hombres
fieles del Antiguo Testamento tenían al Padre que le comunicaba lo por venir. La
Iglesia tiene al Espíritu Santo que revela el corazón del Padre y el Hijo. El Espíritu
Santo vive en y con los creyentes para fortalecer, revelar, notificar, alentar,
consolar, redargüir y muchas otras bendiciones que Su presencia provee (leer
Efesios, Corintios). La esperanza debe permanecer en el corazón del creyente, aun
cuando las cosas no van bien (de acuerdo al individuo), aun cuando los hijos y
familiares parecen totalmente renuentes a la fe en Cristo. Salmos 27:3 afirma:
“Aunque un ejército acampara contra mí no temo; aunque me hicieran la guerra,
me sentiría seguro” (v. BLA). Habacuc se
desespero observando cómo progresaba el impío mientras que los justos sufrían.
En su tiempo se vive un momento difícil a escala nacional. El pueblo bajo
opresores injustos; opresores sin ley. El pueblo que no tenía derecho, estaba
subyugado bajo el impero Asirio, Babilónico y Caldeo. Habacuc no entendía el
propósito de Dios para Su pueblo, por lo tanto su corazón perecía de tristeza y
dolor. Solo cuando recibió la visión divina su alma se reanimo. Habacuc entonces
empezó a mirar con ojos espirituales y recobro fuerzas. Después de recobrar
animo espiritual, este entono himnos y canto alabanzas y miro el futuro ya
conquistado por Dios (cap. 3 de Habacuc).
Esperar en Dios requiere fe tenaz. Esa
fe que sobrepasa toda prueba y entendimiento. La Biblia expresa que la fe
aumenta al oír la palabra de Dios, y considero que incrementa a un grado mayor
cuando escuchamos directamente de Él, así como sucedió a Job, Habacuc, Moisés,
Abraham, Jacob y a otros.
Los tiempos de la Iglesia no son
diferentes a la época que vivieron esos grandes hombres de Dios, grande porque
le creyeron. Jesús dio señal, con su propia vida, de los sufrimientos sus
seguidores iban a experimentar. También detalló las pruebas y tribulaciones que
habían de venir (los evangelios de Mateo y Juan relatan a exactitud) y como la
Iglesia iba ser atormentada debido a la persecución. Pero así como El venció al
mundo también la Iglesia vencerá, si confía en El (Juan 16). Jesucristo es la esperanza del creyente. Sus promesas
son verdaderas y se cumplirán. El fue a preparar lugar para aquellos fieles que
vencerán. Las mansiones están preparadas para aquellos que le creen y esperan
Su venida. En El podemos esperar contra toda esperanza!