Habacuc 3:17-19 (RV60)
Aunque la higuera no
florezca,
Ni en las vides haya frutos,
Aunque falte el producto del olivo,
Y los labrados no den mantenimiento,
Y las ovejas sean quitadas de la majada,
Y no haya vacas en los corrales; 18 Con todo,
yo me alegraré en Jehová,
Y me gozaré en el Dios de mi salvación.19 Jehová
el Señor es mi fortaleza,
El cual hace mis pies como de ciervas,
Y en mis alturas me hace andar.
¡Cuán
dificultoso es ver la claridad que esta después del túnel!
En
tiempos de desiertos y sombras de muerte es muy difícil mantenerse positivo. El
futuro se ve apagado, incierto y las fuerzas y el ánimo se debilitan. Esto se
incrementa aun mayor cuando el dolor es causado por la misma persona de la cual
te sostiene; la persona en la cual has depositado toda
tu esperanza…Dios.
El
Antiguo Testamento relata con amplitud y exactitud las veces el Dios de Israel
le causo dolores, angustias, desesperaciones. Estos cruzaron desiertos amargos
y muchos fueron aniquilados en el proceso. Aunque es cierto que Dios le había advertido
a Israel que si no le obedecían las maldiciones de Deuteronomio 28 les iban a
seguir, esto no quita la realidad del dolor. Israel es un pueblo sufrido y ha pasado por el
fuego consumidor de su Dios. Al igual que el pueblo de Israel, ¿cuantos han
experimentado dolor causado por la mano de Dios?
Existe
una explicación espiritual para todo lo que sucede al seguidor fiel de Dios. Job,
hombre justo y fiel, es un ejemplo
individual de la permisión de Dios para que satanás lo quebrantara. Pero en ese
quebrantamiento el conoció a Dios (cap. 1 y 42). Romano expone este concepto de
forma clara y precisa: “Y sabemos que a los que aman a Dios,
todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito
son llamados” (8:28RV60). En Juan 16:33a
Jesús dijo a sus seguidores: “En el mundo tendréis aflicciones; pero confiad,
yo he vencido al mundo.” Con todo esto
entendemos que el sufrimiento es parte del vivir y el creyente no está exento
de sufrir. Sin importar de dónde surge el dolor, sea de Dios para moldearnos a
Su imagen (carácter) o por causa de una
desobediencia, lo importante es que aprendamos a regocijarnos en medio de ese
dolor. Cuando hay regocijo hay enseñanza, ahí es donde Dios se revela y
manifiesta. Él se deleita cuando sus hijos confían que Él tiene el control sobre
el dolor y sobre la situación presente. Pablo
entendió que “bastándole Su Gracia” era donde iba encontrar fortaleza para su
debilidad. Este pudo terminar la encomienda se le había comisionado porque entendió
que el dolor causado por los sufrimientos presente no tenía control sobre él.
El dolor no debe ser causa para
alejarnos del Camino. Al contrario, este debería ser un instrumento para
acercarnos más a Dios, con ello entendiendo Su propósito para nuestra vida en
el dolor presente. Pablo sufrió inmensurablemente
por predicar a Jesús y Su Evangelio. Él se
regocijaba en cada latigazo y cárcel que experimento. Pablo entendió su propósito, tanto como
iglesia al igual que como miembro individual, su llamado. El dolor nos lleva acercarnos a Dios, sea para
arrepentimiento porque le hemos fallado, o buscando alivio al dolor que causa formación del carácter.
Habacuc entendió que a Dios no se le
cuestiona ni reclama, solo se le cree y obedece. Este recibió alivio y consuelo
cuando reconoció que Dios está en control de todo y que Su propósito para la
humanidad es siempre para bien, aunque en el momento las cosas parezcan diferentes,
turbias, tormentosas. Dios nunca ha
perdido una batalla, pero es Justicia y Verdad y castiga al desobediente y
pecador. Pero Su misericordia es para siempre y tiene piedad de los suyos. Dios
se deleita en los que confían en El, aun cuando no entienden el motivo o causa
del dolor que atraviesan. En momentos de incertidumbre, donde el silencio de
Dios predomina; cuando no entendemos por qué los impíos y pecadores progresan y
no reciben su recompensa; cuando estamos en escases física, financiera y
espiritual, debemos confiar que Dios está en control y en Su tiempo traerá alivio,
consuelo, paz y regocijo a nuestra alma.
La iglesia, el cuerpo de Cristo, debe
mantenerse en la fe que ha creído y en la esperanza venidera. Decir como dijo
Habacuc, “Porque la
higuera no florecerá, ni en las vides habrá fruto; la obra de la oliva mentirá,
y los labrados no darán mantenimiento; las ovejas serán taladas de la majada, y
en los corrales no habrá vacas” pero aun con todo esto ¡nos mantendremos de pie!
No comments:
Post a Comment