“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, más tenga vida eterna”
(Juan 3:16 LBLA)
Antes de la Creación ya existía el Plan Salvífico de la Redención.
Este no fue un plan sorpresa, pues a Dios nada lo asombra. Los planes de El ya
están realizados en el futuro y existen por la eternidad. 1 Pedro 1:20 relata: “Cristo,
a quien Dios escogió antes de la creación del mundo, se ha manifestado en estos
últimos tiempos en vuestro beneficio.” La humanidad vive en un presente, pero
Dios en un continuo futuro. Él es Omnipresente, Omnisciente, ocupando todo
espacio y tiempo, y todo lo creo con intención. El ordeno La Tierra y la regalo
a Su máxima creación; el único ser hecho a Su semejanza, el Hombre. Este fue
creado intencional, con planes y propósito. Lamentablemente, ese propósito se
entorpeció cuando desobedeció a su Creador, transgrediendo Su ordenanza. De esa
manera, rompió el vínculo espiritual que existía entre ellos.
Uno de los sinónimos de Propósito es intención. Cuando comprendemos
el designio de la vida que se nos regaló, las cosas materiales no ocupan
espacio y los sufrimientos se reciben con valor. Culpar a nuestro Creador no
está en nuestro pensamiento ni vocabulario. Entendemos que existe un proyecto
que está bajo el control de su Perito, y teniendo esa realización, todo lo
aceptamos con decoro.
Todo es fácil cuando las cosas van bien. En el momento que
las situaciones se tornan contraria a nuestra expectación, el sentir cambia. Al
contrario de una persona con propósito, aunque no reciba su aspirar, continua
la esperanza viva, ya que la esperanza no es situacional sino El. Dios no deja
de tener Gloria o Autoridad cuando estamos pasando por el fuego. Él no ha
cambiado el Proyecto. En ocasiones, los instrumentos se encorvan en Su mano y
el Labrador tienen que darle con el martillo para volverlo a enderezar, y poder
ser nuevamente útil (Jeremías 18). Dependiendo el material y uso definido de los
instrumentos, a veces deben ser pasado por el fuego. Ese fuego, controlado y
supervisado por el Labrador, aunque quema y pica, restaura.
Una vida con propósito lo primero que reconoce es que tiene
un Hacedor y un Salvador que han diseñado su vivir. Hasta que no reciba esa revelación,
camina sin rumbo, recibiendo y aceptando todo lo que encuentra delante. Envolviéndose
en un ciclo vicioso y esperando resultados diferentes. Su dependencia no es del
Hacedor, por lo tanto, depende de lo que mira y posee.
Jesucristo es nuestra Esperanza y ninguna montaña es difícil de escalar cuando Él es quien guía. Propósito es un elemento importante para continuar adelante en medio de los obstáculos. El apóstol Pablo tenía la mira puesta en Cristo. Él estaba determinado a terminar la carrera para alcanzar el premio final. Todo lo que Pablo hacia era con intención. Predicar el Evangelio a los Gentiles fue su encomienda y él estaba determinado a cumplirla. Sin determinación ni intención lo que proyectamos hacer se hace difícil lograr ya que los obstáculos que se presentarán pueden detener la obra. Jesucristo nos manda a ser valientes; solo los valientes conquistan el reino de los cielos. Cantar, adorar, testificar y hablar de Cristo se hace más efectivo cuando lo hacemos en medio de las tormentas de la vida. Las montañas que parecen inmovible, cuando las alcanzamos, recibimos nuevas fuerzas, aumentando la fe que podemos subir otras más altas y rocosas. Lo que el Hacedor decida, estará bien con nuestra Alma cuando vivimos vida de propósito.
Como creyentes en el Evangelio de Jesucristo, debemos
aprender que todo lo que pasa debajo del cielo tiene una razón, un sentido; es
parte de un propósito, de un proyecto gigante, quizás colectivo, que no
entiende el Alma. los proyectos de Dios son más altos que el entendimiento
humano. Sin embargo, nuestra confianza debe permanecer en El. Poniendo siempre nuestros
ojos en Cristo el Autor y Consumador de la Fe. Dios es fiel, y Sus promesas son
Amen; debemos descansar en Su providencia y soberanía. Los planes que Él tiene
para Sus hijos son de bien, y Sus tiempos son perfectos.
El creyente debe vivir con propósito cristianos. Creciendo continuamente
en fe. Una Fe que de frutos de arrepentimiento y naturaleza divina.