"Os ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos os pongáis de acuerdo, y que no haya divisiones entre vosotros, sino que estéis enteramente unidos en un mismo sentir y en un mismo parecer”(1 Corintios 1:10 BLA).
“Por lo demás, hermanos, regocijaos, sed perfectos, confortaos, sed de un mismo sentir, vivid en paz; y el Dios de amor y paz será con vosotros” (2 Corintios 13:11).
“Solamente comportaos de una manera digna del evangelio de Cristo, de modo que ya sea que vaya a veros, o que permanezca ausente, pueda oír que vosotros estáis firmes en un mismo espíritu, luchando unánimes por la fe del evangelio;” (Filipenses 1:27).
Podemos observar y deducir, que desde la muerte del ultimo apóstol que anduvo con Jesucristo y Pablo, siendo el ultimo apóstol llamado a los gentiles, el ritmo y dinámica del Evangelio toma un rumbo diferente; el simbolismo y orientación de la Iglesia cambia. Roma toma el gobierno y dirección, lo cual ocasiona que la predicación del Evangelio mengue. Estos (lideres católicos-Romanos) promulgaban diferente las enseñanzas bíblicas de los primeros seguidores de Cristo (Apóstoles, Discípulos). La lectura y enseñanza de La Escritura era privilegiada a los guías eclesiásticos, como el papado, sacerdotes, y laicos eran entrenados por ellos. Interpretaciones individualistas de dogmas/doctrinas empezaron a resaltar, adulterando el Evangelio presentado y enseñado por Jesús y los discípulos. Contiendas entre los presbíteros surgieron, ocasionando división entre el Cuerpo de Cristo.
La idolatría surge de este gobierno, confundiendo los fieles y causando daños espirituales. Muchos creyentes gustaron las doctrinas y enseñanzas paganas y se acomodaron a las nuevas filosofías e ideales de los grupos secticas que estaban surgiendo.
Este fenómeno no es nuevo, pues el mismo satán incitó a muchos ángeles a seguirle, y desde el comienzo de los tiempos el hombre ha dado lugar a su intelecto; calamidades surgen cuando esto sucede. Alejarse del conocimiento de Dios y ceñir opinión conveniente conlleva fracaso.
Constantemente, el hombre busca triunfos y
reconocimientos particulares, inventando filosofías que lo exalten y afirmen. Religiones
paganas surgieron y tomaron apogeo mientras los cristianos peleaban entre sí y se
acomodaban al mundo, olvidando su verdadera identidad y responsabilidad como
embajadores de Cristo. Dentro de estas religiones surgió el islam. Filosofías tales como las confusitas y budistas asimismo tomaron
apogeo.
Según la historia, Los musulmanes son la mayoría de la población en 50 países. El islam se inició con la predicación de Mahoma en el año 622 en La Meca (en la actual Arabia Saudita). Bajo el liderazgo de Mahoma y sus sucesores, el islam se extendió rápidamente. La pregunta es, ¿Dónde estaban los Cristianos Pentecostales mientras estas filosofías e ideales crecían desmedidamente? Sabemos que el cristianismo se estableció primero, pero lamentablemente, el entorno del catolicismo (idolatra) afecto la autenticidad de la creencia Trinitaria: Padre, Hijo y Espíritu Santo, ya que estos empezaron añadir otras deidades para adoración. La idolatría del catolicismo origino confusión entre los gentiles. Se empeñaron en idolatrar hombres y mujeres que solo decidieron obedecer a Dios y entregarse a Él. Pero estos canonizaron estos hombres y mujeres, idolatrándolos como dioses. Cuando leemos la historia del islam, sus creencias y obligaciones, encontramos la razón de su crecimiento. Mientras ellos se unían como hermanos y compartían todo, el cristianismo se dividía buscando su propio lucro, separándose de la encomienda, corazón, visión y misión de Dios. De igual manera las ideas confusitas y budistas se expandieron.
La Iglesia debe humillarse ante Dios suplicando perdón y misericordia por alejarse de la Misión del Evangelio y la Visión del Padre; regresando a las enseñanzas de Jesucristo y los rudimentos de los Discípulos y Apóstoles. En Juan 17 encontramos la oración de Jesús por los discípulos, enfatizando la unidad y el amor entre ellos, lo cual es el Arma más potente para vencer las asechanzas del maligno y poder cumplir la Encomienda misionera. ¡Sin la unidad no abra victoria! Jesucristo es la Cabeza de la Iglesia, la cual es el Cuerpo. Por lo tanto, todos los miembros deben trabajar unidos para obtener mayor eficacia; deben trabajar en conjunto y ritmo.
Hay un dicho
secular “un pueblo unido, jamás será vencido.” Si queremos conquistar debemos
unirnos como hermanos que somos en Cristo Jesús. Amando nuestras diferencias,
las cuales nos hacen únicos y eficaces servidores. Perdonándonos los unos a
otros y trabajando en unidad, solo así alcanzaremos la victoria de proclamar
este Evangelio de reconciliación, amor, paz y vida eterna que se nos ha
encomendado para predicar a toda la humanidad.
Espíritu Santo por favor ayúdanos.