Todos los
caminos del hombre son limpios ante sus propios ojos,
pero el Señor sondea los espíritus (Proverbios 16:2).
pero el Señor sondea los espíritus (Proverbios 16:2).
Los ojos de
Jehová observan todo lo que sucede en la tierra. Para El nada es invisible. El Espíritu
de Dios escudriña hasta lo más íntimo del ser. El libro de Ezequiel muestra y
relata las abominaciones del pueblo de Dios, los cuales creían que Dios ya no
miraba su proceder. Ezequiel 8
relata a Jehová observando lo que sucedía en el Santuario detrás de las
cortinas y paredes. Las idolatrías y aversiones del corazón del pueblo. El rey David clamaba “¿a dónde me iré de tu Espíritu?
¿Y a donde huiré de tu presencia?” (Salmo 139:7). No existe lugar oculto para
los ojos de Dios. imprudente y falta de sabiduría aquel que no lo cree. Pero los
ojos de Jehová no solo miran el proceder de Su pueblo “rebelde,” también
observa toda Su creación. Él se pasea por la tierra y contempla el proceder de
los hombres. Tristemente, muchos cristianos aun caminan en su propio
entendimiento, creyendo que los ojos de Dios desconocen su caminar.
“El Señor
sondea los espíritus” (Proverbios 16:2). Esto aplica a toda Su creación,
creyentes y no cristianos. Dios toma nota de todo el proceder del hombre para
luego mostrar evidencias en el juicio final. Ezequiel 12 refiere a un pueblo
rebelde, aunque tiene la ley y los profetas con ellos, no oyen ni ven: “Hijo de hombre, tú habitas en medio de casa
rebelde, los cuales tienen ojos para ver y no ven, tienen oídos para oír y no
oyen, porque son casa rebelde” (v.2). Jehová escuchaba todo lo que el pueblo
comentaba y pensaba y lo revelaba al profeta, luego enviaba reflexión al pueblo
a ver si se convertían de su mal camino (la
misericordia de Dios nos expone para arrepentimiento y conversión). Dios
escucha los pensamientos y mira las acciones de cada individuo y lo pesa. Proverbios
21:2 dice: “Todo camino del hombre es recto en su propia opinión; Pero
Jehová pesa los corazones.” Jehová amonesto a Israel por tales acciones, andar
en su propio entendimiento, también reprueba tales actitudes en nuestro tiempo.
Proverbios 28:26 declara que “el que confía en su propio corazón es un necio…”
el pueblo de Dios perece por falta de sabiduría Divina.
La sabiduría humana incrementa
mientras suprime la sabiduría Divina. Eclesiastés, Salmos y Proverbios compendian
inmenso material de sermones, reflexiones y advertencias acerca de la sabiduría
y su importancia en el proceder cristiano. La necedad del hombre, queriéndose
hacer sabio, lo lleva a perdición, mientras que sabiduría Divina libra de
necedades humanas (proverbios 28;26b). Jeremías 9:23 exhorta a no gloriarse de sabiduría
humana, mucho menos del poder adquirido, incluyendo riquezas, más bien debemos
gloriarnos en conocerle a Él (Jehová). En ese mismo tono, 1 corintios advierte:
“Nadie se engañe a sí mismo. Si
alguno de vosotros se cree sabio según este mundo, hágase necio a fin de llegar
a ser sabio” (3:18-20). Rechazar el conocimiento de Dios y Su sabiduría conduce
al fracaso. Oseas 4:6 amonesta acerca de esta actitud, rechazar el conocimiento
de Dios, y describe las consecuencias de esta acción. El pueblo de Israel fue
disciplinado por abandonar el conocimiento de la Ley de Dios, siguiendo cada
uno su propio entender. El libro de Ezequiel es un excelente manual para evitar
tales acciones y actitudes. Estos libros (AT) son guía para nuestro conocimiento.
No debemos ser sabios a nuestros propios ojos, debemos temer al Señor y
apartarnos del mal (Proverbios 3:7).
Salomón
intercambio la sabiduría Divina por los deseos carnales. Al final de sus anos
entendió y comprendió su error. Por lo tanto, en sus libros (Eclesiastés y
Proverbios) exhorta a no cometer el mismo error. El enfatiza el confiar en el
Señor con todo tu corazón y no apoyarnos en nuestro entendimiento, reconocerle
en todos nuestros caminos, entonces El enderezara nuestras sendas (Proverbios 3:3-6
parafraseado). El pueblo de Israel que salió de Egipto era guiado por la Gloria
de Jehová. Números 9:20 explica que cuando la nube se paraba ellos se detenían,
luego cuando el fuego se encendía ellos proseguían. Esto no ha cambiado aún.
Mientras que Israel era guiado por la misma presencia de Dios, simbolizado por la
nube y el fuego, nosotros tenemos el Manual Divino, La Biblia, para guiarnos en
nuestro camino. Pero no solo poseemos uso de Las Escrituras, sino de ¡la misma
presencia del Espíritu Santo! revelando y guiándonos.
Existen
otros medios por los cuales el Señor amonesta y exhorta. Estos pueden ser las
predicas, el profeta, sueños, hasta usa los no creyentes para exhortarnos. No
existe excusa alguna para desviarnos del adquirido conocimiento de Dios. Cuando
esto sucede, no debemos enojarnos por las consecuencias de la rebeldía y
desviación (secuelas del pecado). Mucho menos enojarnos con Dios por la
disciplina. Al contrario, debemos agradecerle por Su infinita misericordia ya
que El usa nuestras debilidades (flaquezas, faltas) para que sirvan de espejos
y evaluemos las áreas que debemos trabajar y fortalecer – hasta llegar a poseer
la condición de un hombre maduro (Efesios 4:13b LBLA parafraseado). Salmos
125:1 anima a confiar en el Señor y afincarnos en El; profundizarnos en Su
Sabiduría Divina para ser inconmovibles y permanecer para siempre
(parafraseado).
El
apóstol Pablo insta a pensar en los débiles y afirmarlos en el Señor. “Tened el
mismo sentir unos con otros; no seáis altivos en vuestro pensar, sino
condescendiendo con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión” (Romanos
12:16). Este pasaje indica la responsabilidad de ayudarnos los unos a otros.
Sabiendo que pueden llegar días malos donde las fuerzas desvanecen y desmayamos.
La Sabiduría Divina debe estar activa constantemente, aunque las fuerzas
disminuyan, el conocimiento de Dios en nosotros nos afirma. Si algún hermano
debilita en la fe, la Sabiduría Divina en nosotros lo fortalecerá hasta que
este recobre fuerzas. No juzgando ni señalando, sino levantando manos y
apoyando. Nadie está exento de perder fuerzas espirituales. Por lo tanto,
¡ayudaos y amaos los únicos a los otros en el amor de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo!
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