"Al oír este reproche se enfurecieron y rechinaban los dientes de rabia contra Esteban…Entonces empezaron a gritar, se taparon los oídos y todos a una se lanzaron contra él. Lo empujaron fuera de la ciudad y empezaron a tirarle piedras" (Hechos 7: 54 & 56).
Jesucristo envía la Iglesia enunciar Su Evangelio -
las Nuevas Buenas de Salvación. Cuando esto hacemos y seguimos según Las Sagradas
Escrituras, no dudamos que el anuncio será recibido, aunque sea por uno solo de
los que escuchan. Si predicamos a Jesucristo acorde al entendimiento humano quizás
no seremos escuchado, pero cuando declaramos Las Escrituras estamos seguros
ministrará; Ella hará lo que debe hacer. Los discípulos y apóstoles hablaban de
Jesucristo, no de religión, normas o protocolos. Observamos en el libro de los
Hechos que cuando se predica a Cristo, el Espíritu Santo siempre ministraba a
alguien, y por esa persona se extendía el Evangelio en comunidades y ciudades.
Leemos ejemplos como el de Lidia y su esposo, el carcelero y su familia (Hechos
16), Dionisio el Areopagita, Damaris (Hechos 17) y muchos otros que recibieron
el mensaje de Cristo. La Palabra es la que hace el trabajo mediante el Espíritu
Santo, convenciendo al individuo. El hombre es un medio usado para comunicar el
mensaje de Salvación. Así este no se gloria en sí mismo. El libro de Romanos,
capítulo 10 versículo 14 en adelante muestra al hombre como instrumento de Dios
para la predicación del Evangelio de Jesucristo.
2 Timoteo 3 es un capítulo que
inspira al creyente continuar trabajando para el Reino Celestial. Pablo exhorta
al joven pastor instruyéndolo en lo que es beneficioso tanto para el como para
el Reino de Jesucristo. El apóstol recuerda al joven discípulo: “… desde tu niñez conoces las
Sagradas Escrituras. Ellas te darán la sabiduría que lleva a la salvación
mediante la fe en Cristo Jesús. 16. Toda Escritura está inspirada por Dios y es
útil para enseñar, rebatir, corregir y guiar en el bien. 17. Así el hombre de
Dios se hace un experto y queda preparado para todo trabajo bueno"(15-17). El cristiano que estudia La
Palabra de Dios tiene reservas donde el Espíritu Santo puede tomar provisión (el Espíritu le recuerda) para hablar al incrédulo y
escéptico.
La Palabra de Dios es como un
martillo y fuego, puede desintegrar piedras, rocas y quemar malezas y cizañas.
Jeremías 23:29 declara, “¿No es mi palabra como fuego —declara el Señor—
y como martillo que despedaza la roca?” Corazones de piedra son
desmenuzados cuando La Palabra penetra y prueba sus intenciones. Mientras
Esteban exponía (Hechos 7) el mensaje del Mesías, algunos recibían la
reprensión y se arrepentían, mientras que a otros esas palabras le atormentaban
ya que sus obras eran malas. Estos, en vez de cambiar de actitud, se
enfurecieron aún más ya que estaban enfocados en su dogma. El gobernador Félix
(Hechos 24) tuvo la oportunidad de arrepentirse al escuchar las declaraciones
de Pablo mientras se defendía de los judíos que lo acusaban. Pero su interés
era financiero y su mente estaba entenebrecida y perdió la oportunidad. La
Palabra de Dios discierne el corazón y trata de alborotar para reflexión y
cambios. Lamentablemente, algunos no saben combatir ese tumulto y prefieren
quedarse como antes, cómodos en su manera de vivir. El mundo
y sus deleites pasaran, PERO, la Palabra de Dios NUNCA pasara.
El evangelio de Mateo capítulo 24
versículo 35 declara y afirma la importancia de conocer Las Escrituras como
base fundamental de permanecer en Cristo. “El
cielo y la tierra pasarán, más mis palabras no pasarán.” Cuando nos alejamos de Las
Escrituras, las Palabras revelada de Dios a la humanidad, conocida para los
cristianos como La Biblia, tendemos a confundirnos. Ejemplo de esto son los
diferentes libros usado por algunas religiones como palabras infalibles de Dios
y forma de vida. Estos, otorgan revelación divina a estos escritores, profetas
como ellos los identifican, con esto creando nuevas ideologías acerca de Dios y
el Mesías. Escritos como estos peligran la verdad de Las Santas Escrituras (La
Biblia) y muchos se están extraviando. Por lo tanto, es de suma importancia
estudiar y escudriñar diariamente Las Escrituras para conocimiento de Dios
Padre y Su obra redentora para la humanidad por medio de su hijo
Jesucristo. Para el cristiano poder defender la fe en Jesucristo debe
conocer Las Sagradas Escrituras. Estas deben ser parte de su estilo de vida,
dándole aun mayor importancia que a su alimento físico. Un creyente que no
estudia La Biblia está a riesgo de ser influenciado por ideologías humanas y
dogmas. De igual modo, carece de vida espiritual viviendo de emociones y
dejándose llevar por las corrientes del mundo. La Palabra de Dios fortalece,
anima, levanta al justo, pero atormenta al injusto.
Como el apóstol Pablo exhorto al
joven pastor Timoteo, de igual manera te exhorto que seas diligente con la
lectura diaria de La Biblia haciéndola parte de tu estilo de vida para que conozcas
las verdades del Reino Celestial.
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