La Biblia posee innumerables relatos que muestran como la oración intercesora del ‘justo’ beneficia aquellos que es enviada y como su presencia influencia los lugares donde reside o visita. La Sagrada Escritura define ‘justo’ aquel que ha aceptado a Jesucristo como su Salvador y lo ha hecho Señor en su vida tratando de vivir en obediencia a lo prescrito en Ella. Basado en esto, Dios escucha la plegaria de los ‘justos’ y se compadece del impío (gentiles) cuando este interviene en plegaria y oración por él, orando por el bienestar de los demás en compasión, especialmente aquello que no saben cómo hacerlo. Santiago 5:15-16 relata: 15 “y la oración de fe restaurará al enfermo, y el Señor lo levantará, y si ha cometido pecados le serán perdonados. 16 Por tanto, confesaos vuestros pecados unos a otros, y orad unos por otros para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede lograr mucho”
El libro de Jonás muestra la misericordia de Dios hacia un pueblo ignorante de Él. Jonás 4 relata la conversación entre Jonás y Dios, como Dios regaña a Jonás por su falta de compasión por los gentiles, 9 “Entonces dijo Dios a Jonás: ¿Tanto te enojas por la calabacera? Y él respondió: Mucho me enojo, hasta la muerte. 10 Y dijo Jehová: Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche pereció. 11 ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda…”? (Jonás 4:9-11).
Otra historia reveladora del
poder del ‘justo’ como intercesor está en el libro de Génesis capítulo 18, cual
muestra Abraham intercediendo por su sobrino y habitantes de la ciudad. Este relato
revela como la intercesión del ‘justo’ salva una familia. Abraham deseaba que
toda la nación fuera salva, pero lamentablemente solo la familia de Lot fue
considerada, y aun así la esposa de Lot amo más el mundo. Este relato bíblico debe
inspirarnos a seguir orando por los lugares donde habitamos y donde viven
nuestros familiares, pueda ser que nuestra oración alcance el Trono Celestial (nuestro
Padre Celestial) y el contorno de la comunidad se arregle, pero aunque esto no
suceda, podemos contar con que Él nos llevara a otro lugar donde estemos a
salvo de Su ira.
Otros relatos que podemos resaltar
están asociados con las vidas de Elías, Eliseo, Jacob, José y Pablo. Como su
presencia en lugares que llegaban atraía bendición y como su intervención, como
mediadores, ayudo hasta salvar vidas. Por
ejemplo, en Génesis 30:27 leemos a Laban expresándole a Jacob como su presencia
en medio de su casa bendijo toda su casa. En Génesis 39 también leemos como la
presencia de José, en los lugares que llegaba eran bendecidos, incluso aun
siendo un prisionero. El libro de los Hechos
muestra a Pablo como intercesor cuando iban de camino a Roma donde ninguno de
los prisioneros pereció en medio de la tormenta que se levantó. La sola
presencia de Pablo, lleno del Espíritu Santo, actúa como intercesor e
interferencia para que los espíritus demoniacos sean neutralizados y se
detengan. Proverbios
4:18 enfatiza como un ‘justo’ abre sendas de luz en medio de la penumbra: “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va aumentando en resplandor hasta que es
pleno día.” Por consiguiente, no debemos temer cuando nuestros contornos
parecen oscuros, solo nuestra presencia trae luz en medio de las tinieblas. Debemos
mantenernos conectados a la Vid (Jesucristo) para que la Luz de El continúe
brillando en nosotros, Su Iglesia, y alumbrando lo oscurecido.
La fidelidad del ‘justo’
activa las bendiciones de Dios en nuestros contornos, lugares donde pisamos.
Somos luz al mundo que brilla cuando estamos conectados con la Vid.
¿Eres tu senda de
luz?
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