¡Oh
que difícil es el silencio de Dios! Esos momentos donde necesitamos escuchar de
Él, y es como si Él no escuchara que lo necesitamos en ese momento.
Clamamos y clamamos pero no hay respuesta; no escuchamos Su Voz ¡Que
angustia! ¡Que desesperación! ¡Es lo mismo que estar sin vida! ¡Su Voz….!
¡Que hermosa y regocijante es! ¡Alivia el alma y levanta el
espíritu!
Todo
aquel que camina con Dios tiene algo bien claro, que en Su silencio Él no
está callado. Cuando Él está 'supuestamente' callado, es cuando
más está trabajando. Para muchos cristianos este es un concepto muy
difícil de entender. En los 400+ años de silencio (Jehová no hablaba al pueblo),
Israel no entendía que Jehová su Dios estaba poniendo TODO en orden para la
llegada de su Libertador y Salvador, ese Mesías que ellos tanto esperaban, El
cual le fue prometido y relatado por Isaías.
Sara
no supo esperar el tiempo de Dios. Ella creía que Dios se había olvidado de la
promesa de que ella iba a darle un hijo a su esposo Abraham. Sara no entendía
la visión, ella no entendió que el hijo de la promesa procedería de ella, no de
otro vientre. Sara no resistió el silencio de Dios y tratando de ayudar a
Dios complicó más la situación. Ella le pedio a Abraham que se
llegara a su criada para engendrar el hijo que Dios prometió darle por ella. Lo
mismo hacemos nosotros. Cuando Dios no habla, en el tiempo que creemos Él debe
hablar, procedemos ayudarle. ¡No soportamos el silencio de Dios! y nos
desesperamos, y en la desesperación surgen las malas decisiones. ¡Ojala
fuésemos como José! que aún no escuchaba de Dios, mientras era
ultrajado y encarcelado, se mantuvo firme y estable, el no deshonro a Dios
tomando sus propias decisiones. Las tribulaciones de José empezaron desde su
adolescencia, y duraron cerca de unos 13 años. José se mantuvo firme en el
silencio de Dios y pudo ver la gloria de Dios en su vida!
Mientras
esperamos en Dios, desarrollamos la fe y paciencia; aprendemos a depender
de Él. El silencio de Dios no es un castigo para el creyente. El no
usa Su silencio como represalia contra Sus hijos, al contrario,
aprendemos a tener dominio propio y a la vez desarrollar y moldear el carácter. También aprendemos
que Él es quien tiene la dirección y control de nuestra vida.
El
salmista David, en el salmo 40 (versión RV Antigua), describe las
bendiciones de esperar pacientemente a Jehová: “Resignadamente esperé a
Jehová, E inclinose a mí, y escuchó mi clamor….” Resignadamente solo
quiere decir – DOCILMENTE, RENDIDAMENTE, HUMILDEMENTE, FILOSOFICAMENTE,
MANSAMENTE - hasta que Él se plazca en responder. Hay poder, milagros, y
soberanía expresada en el silencio de Dios.
Mientras
estamos quietos, el Señor perfecciona Su obra en nosotros. Aprendamos a
gozarnos en Su silencio y podremos ver como El endereza nuestros pasos y nos
moldea a ¡Su obra perfecta!
¡Oh
que difícil es el silencio de Dios! Esos momentos donde necesitamos escuchar de
Él, y es como si Él no escuchara que lo necesitamos en ese momento.
Clamamos y clamamos pero no hay respuesta; no escuchamos Su Voz ¡Que
angustia! ¡Que desesperación! ¡Es lo mismo que estar sin vida! ¡Su Voz….!
¡Que hermosa y regocijante es! ¡Alivia el alma y levanta el
espíritu!
Todo
aquel que camina con Dios tiene algo bien claro, que en Su silencio Él no
está callado. Cuando Él está 'supuestamente' callado, es cuando
más está trabajando. Para muchos cristianos este es un concepto muy
difícil de entender. En los 400+ años de silencio (Jehová no hablaba al pueblo),
Israel no entendía que Jehová su Dios estaba poniendo TODO en orden para la
llegada de su Libertador y Salvador, ese Mesías que ellos tanto esperaban, El
cual le fue prometido y relatado por Isaías.
Sara
no supo esperar el tiempo de Dios. Ella creía que Dios se había olvidado de la
promesa de que ella iba a darle un hijo a su esposo Abraham. Sara no entendía
la visión, ella no entendió que el hijo de la promesa procedería de ella, no de
otro vientre. Sara no resistió el silencio de Dios y tratando de ayudar a
Dios complicó más la situación. Ella le pedio a Abraham que se
llegara a su criada para engendrar el hijo que Dios prometió darle por ella. Lo
mismo hacemos nosotros. Cuando Dios no habla, en el tiempo que creemos Él debe
hablar, procedemos ayudarle. ¡No soportamos el silencio de Dios! y nos
desesperamos, y en la desesperación surgen las malas decisiones. ¡Ojala
fuésemos como José! que aún no escuchaba de Dios, mientras era
ultrajado y encarcelado, se mantuvo firme y estable, el no deshonro a Dios
tomando sus propias decisiones. Las tribulaciones de José empezaron desde su
adolescencia, y duraron cerca de unos 13 años. José se mantuvo firme en el
silencio de Dios y pudo ver la gloria de Dios en su vida!
Mientras
esperamos en Dios, desarrollamos la fe y paciencia; aprendemos a depender
de Él. El silencio de Dios no es un castigo para el creyente. El no
usa Su silencio como represalia contra Sus hijos, al contrario,
aprendemos a tener dominio propio y a la vez desarrollar y moldear el carácter. También aprendemos
que Él es quien tiene la dirección y control de nuestra vida.
El
salmista David, en el salmo 40 (versión RV Antigua), describe las
bendiciones de esperar pacientemente a Jehová: “Resignadamente esperé a
Jehová, E inclinose a mí, y escuchó mi clamor….” Resignadamente solo
quiere decir – DOCILMENTE, RENDIDAMENTE, HUMILDEMENTE, FILOSOFICAMENTE,
MANSAMENTE - hasta que Él se plazca en responder. Hay poder, milagros, y
soberanía expresada en el silencio de Dios.
Mientras
estamos quietos, el Señor perfecciona Su obra en nosotros. Aprendamos a
gozarnos en Su silencio y podremos ver como El endereza nuestros pasos y nos
moldea a ¡Su obra perfecta!
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