La
plática sobre la tercera persona de la Trinidad ha caducado en las reuniones de
los santos. Predicadores y educadores parecen suponer que la iglesia de
Jesucristo esta instruida en esta Persona; asumen que TODA la iglesia entiende
la doctrina. Penosamente están lejos de la realidad. Todavía existen muchos cristianos
que no entienden la doctrina de la Trinidad, y otros no creen en ella. La falta
de este conocimiento roba a la Iglesia el beneficio esta Persona ofrece en
medio de la congregación, y lo que personalmente significa en la vida del
creyente. Juan el Bautista destaco la necesidad de este Poder (Lucas 3:16), y
el Maestro acentúo la necesidad de Él para poder cumplir la encomienda (Marcos
16:15). “Y recibiréis poder cuando haya venido SOBRE
VOSOTROS el Espíritu Santo…entonces me seréis testigos…”
(Hechos 1:8 parafraseado). Los discípulos, después de la partida de Jesús,
quedaron confundidos y sentían soledad ya que su Maestro no estaba más con
ellos. Se sentían sin dirección, perdidos. Jesús dirigió los últimos tres años
de sus vidas. Ellos dependían de las instrucciones de su Maestro. Aunque Jesús
quiso independizarlos, ellos se sentían cómodos con su Maestro dirigiéndolos. No
fue hasta el día de pentecostés, del cual el Maestro le había hablado, que
tuvieron la valentía para salir de sus escondites y predicar el evangelio.
Como
los discípulos, previo al pentecostés, están muchos creyentes. Estos, aun
creyendo en Jesucristo y Su doctrina, andan cabizbajo; en derrota. Muchos de
ellos han perdido la fe y esperanza y están escondidos, encubriendo su fe. Algunos
tienen la idea que los milagros y el poder pentecostés fueron solo para los
discípulos de aquellos tiempos. Piensan que ese poder solo se activo en ellos
con un propósito específico. Estos no asimilan que el mayor problema es su
falta o erróneo conocimiento acerca de la Trinidad, y la significancia de la Tercera
Persona en su vida. Jesús, en una de sus apariciones, antes de irse al Padre, soplo
sobre ellos y dijo: “Paz a vosotros;
como el Padre me ha enviado, así también yo os envío. Después de decir
esto, sopló sobre ellos y les dijo:
Recibid el Espíritu Santo” (Juan
20:21-22). También en Juan 7:38-39 Jesús refiere a Ríos de Agua Viva que iba
a ser derramado sobre los que creen. “El que
cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. 39 Esto dijo del
Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido
el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.” La presencia del Espíritu Santo en la vida del
creyente lo llena de valentía y poder, y Su llenura se siente como Ríos de Agua
Viva que levanta y da energía para predicar las buenas nuevas de Jesucristo y el
Reino Celestial. Un creyente atrevido es un creyente lleno del Espíritu Santo.
Pablo fue un creyente atrevido y conquisto imperios. Esto no sucedió hasta que
fue lleno del Espíritu Santo. Hechos 9 habla de la conversión de Pablo y como
este recibió el Espíritu Santo: “17 Ananías fue y entró en la casa, y después
de poner las manos sobre él, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te
apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recobres la
vista y seas lleno del
Espíritu Santo.”
El Espíritu Santo es la tercera Persona
de la Trinidad. Él es quien está dirigiendo a la Iglesia de Jesucristo para que
esta pueda cumplir la encomienda. El Espíritu Santo es el Consolador, el que
revela el corazón del Padre y del Hijo. Jesucristo está sentado a la diestra
del Padre abogando, intercediendo por la iglesia ante el Padre, mientras el
Espíritu Santo está en la tierra para ayudar la Iglesia a conquistar hasta que
Jesús regrese por ella. Sin El la iglesia no podría proceder ni avanzar en el
propósito divino. El Espíritu Santo es quien da entendimiento de Las
Escrituras. Sin la revelación dado por El la Biblia seria un libro lleno de
letras. La Biblia es vida porque el Espíritu la revela. Por eso es que toda
blasfemia es perdonada, excepto la blasfemia contra el Espíritu Santo. El
trabajo de la Tercera Persona de la Trinidad no es nada fácil. Estar en medio
de un mundo perverso, abominable, incrédulo, despiadado, sin temor de Dios, y a
la misma vez dirigir una iglesia dura de cerviz. Innumerable de veces le
tomamos a la ligera y le faltamos el respeto. No le tomamos en cuenta para
tomar decisiones y rara vez reconocemos sus intervenciones en medio del peligro
que acecha.
La prioridad de la Iglesia, especialmente
en estos tiempos difíciles, tiempos de confusiones, idealismo, es predicar la
Tercera Persona de la Trinidad. Enseñar la importancia del Espíritu Santo y Su
ministerio en la tierra y principalmente en la Iglesia es lo esencial. La iglesia,
en vez de exhibir otras actividades y hablar de cosas que no edifican debe enfocarse
nuevamente y exhibir lo que es el Espíritu Santo para ella. Él es quien revela y habla el corazón del Padre y del Hijo; es el Consolador, el que convence
al mundo de arrepentimiento, el que protege,
cuida, redarguye, edifica, levanta, anima, previene, da entendimiento de la Biblia, da poder, advierte, fortalece en
medio de la vicisitudes y tentaciones. El conoce
el corazón del hombre y se lo dejar ver para arrepentimiento y cambio, conoce las
debilidades del hombre. El Espíritu Santo es quien reparte los ministerios y los activa. Cuando Jesucristo hablo de Él
y se enfatizo en Su llegada es por la significancia de Su presencia en y para
la iglesia. Sin embargo la iglesia se ha privado de El usando su propio
razonamiento y religiosidad. Es tiempo
dejar que el Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Trinidad funcioné en y
para la iglesia, de la forma ya prevista por el Padre y el Hijo. Cuando esto
suceda, entonces veremos la ¡Gloria de Dios! esa gloria que la iglesia ansía
ver y sentir en medio de las congregaciones y en las vidas individualmente. Esa
gloria que convence de pecado al pecador, llevándolo al arrepentimiento y
atrayéndolo a Cristo y a los pastores para que sean discipulados y bautizados. ¿No
es ese el sentir de la iglesia de Jesucristo? Entonces concentrémonos y esforcémonos
en conocer la Tercera Persona de la Trinidad dejándole trabajar libremente en
la iglesia y en el mundo pecador.
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