“Este pueblo de labios me honra;
Mas su corazón está lejos de mí.
Mas su corazón está lejos de mí.
Pues
en vano me honran,
Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.”
Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.”
Mateo
15:8-9
Comentarios
como el de Mateo 15:8-9 abunda en la Biblia. Desde el principio de la creación,
el hombre decidió desobedecer a Dios y Sus mandamientos. La rebelión del Paraíso
le causo ser expulsado de esta y a la vez de la relación directa tenia con
Dios. Pero esto no detuvo su mal
proceder. Su corazón fue de continuo al mal, al punto que Dios se arrepintió de
haberlo creado. Dios juzga al hombre, individualmente, por su corazón perverso
y acciones injustas. Adam y Eva recibieron diferente sentencias. Aunque Eva incito
Adam, y pareciera que iba a recibir sentencia mayor, la verdad es que a quien Dios
le dio la responsabilidad del Paraíso fue a él. El Padre siempre responsabiliza
al sacerdote, o ministro de lo que pone en sus manos. Dios entrego Su creación
(el Paraíso) Adam y este no supo cuidarla. Como resultado le fue quitada y
echada de ella. Y como Dios no es cambiante, siendo el mismo de ayer, hoy y para
siempre, de la misma manera juzga y actúa en estos tiempos. Dios expulso Adam
del Paraíso, en otros términos, le quito lo que le había entregado, ¿como dicen
algunos que los ministerios no se quitan?
En el Paraíso,
Adam era el pastor, evangelista, maestro y profeta. Estaba encargado de dirigir
su casa y todo lo que Dios le había encomendado. Era responsable de mantener
todo en el orden de Dios. En estos tiempos, los pastores y ministros de La
Palabra son responsables de dar cuenta a Dios. Dios los capacita para
discipular la Iglesia y ayudarlos en su caminar cristiano. A estos le fue
entregado el ministerio de reconciliación, predicando el evangelio de
Jesucristo y discipulado a todos que reciban La Verdad. Son encargados y
responsable de nutrir las ovejas con leche no adulterada, y encaminarlas al
Reino de Dios. Ellos darán cuenta a Dios por la forma que pastorean y enseñan las
ovejas. En Hebreos 13:17-18 el apostor Pablo comenta acerca de esto, 17 “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta;
para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es
provechoso.18 Orad
por nosotros; pues confiamos en que tenemos buena conciencia, deseando
conducirnos bien en todo.” Lastimosamente, muchos pastores y ministros no
están nutriendo las ovejas como Dios ordena. Ezequiel 34 relata el enojo de
Dios hacia los pastores que no atienden las ovejas: “El Señor me dirigió la palabra: 2 «Hijo
de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza y adviérteles que
así dice el Señor omnipotente: “¡Ay de ustedes, pastores de Israel, que tan sólo se cuidan
a sí mismos! ¿Acaso los pastores no deben cuidar al rebaño? 3 Ustedes
se beben la leche, se visten con la lana, y matan las ovejas más gordas, pero
no cuidan del rebaño. 4 No fortalecen a la oveja débil, no cuidan de la enferma, ni curan a la
herida; no van por la descarriada ni buscan a la perdida. Al contrario, tratan
al rebaño con crueldad y violencia. 5 Por
eso las ovejas se han dispersado: ¡por falta de pastor! Por eso están a la
merced de las fieras salvajes.6 Mis ovejas andan descarriadas por montes y colinas, dispersas por toda
la tierra, sin que nadie se preocupe por buscarlas.7 »”Por
tanto, pastores, escuchen bien la palabra del Señor: 8 Tan cierto como que yo vivo —afirma el Señor omnipotente—, que por falta de pastor mis ovejas han sido objeto del
pillaje y han estado a merced de las fieras salvajes. Mis pastores no se ocupan
de mis ovejas; cuidan de sí mismos pero no de mis ovejas. 9 Por
tanto, pastores, escuchen la palabra del Señor. 10 Así dice el Señor omnipotente: Yo estoy en contra de mis pastores. Les pediré cuentas de
mi rebaño; les quitaré la responsabilidad de apacentar a mis ovejas, y no se
apacentarán más a sí mismos. Arrebataré de sus fauces a mis ovejas, para que no
les sirvan de alimento” (1-10). ¡Qué palabras tan fuerte enuncia el Señor! ¿Las ovejas sirviéndoles de
alimento a los pastores y ministros? Pablo
conociendo esto pide a la Iglesia que oren por los pastores y ministros de La
Palabra para que tengan “buena conciencia” y se “conduzcan bien” en el
ministerio (Hebreos 13:18).
En esta época, igual que en los tiempos de los apóstoles,
muchos ministerios están ocupados con religiosidad. Doctrinas y programaciones de
hombres gobernando la Iglesia. Pastores imponiendo cargas e infundiendo miedos
y temores, en el nombre de Dios, con esto sugestionando los miembros para que le
sirvan y agraden. Otros cediendo al pecado para que las cabras no se vayan. Temen
más al hombre que a Dios. La sana doctrina comprometida y reemplazada por
mandamientos de hombres. Ministros buscando la aprobación del hombre sin
importarle entristecer al Espíritu Santo. Estos, con sus acciones, abusan de la
misericordia de Dios y pisotean la Sangre de Cristo. La membrecía tiene más
valor y significado que la obediencia a La Palabra de Dios. Ministerios en
competencia, evangelizando para su ministerio y no para Cristo. Lo que buscan
es una congregación grande, aunque con esto destruyan al hermano. La desunión en
la Iglesia es sumamente grave. No hay amor entre y por los hermanos. Cada cual está
viviendo su propio evangelio y vida cristiana. Las ovejas se van de las
congregaciones y los pastores ni lo notan. Es penoso lo que se está viviendo en
la Iglesia en estos tiempos. Los gentiles no quieren venir a Cristo porque la
Iglesia no tiene appeal para ellos. La miran como una sociedad más del mundo. El
amor de muchos se ha enfriado y han dado lugar a la costumbre. La manifestación
del Espíritu esta casi extinta. No se le da participación al Espíritu Santo. Los
ministros tomando decisiones sin antes orar para recibir instrucciones. La religión
vana está tomando posesión de las congregaciones. “Si
alguno piensa ser religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino
engañando su corazón, la religión del tal es vana. La religión pura y sin
mácula delante de Dios y Padre es esta: Visitar los huérfanos y las viudas en
sus tribulaciones, y guardarse sin mancha de este mundo” (Santiago 1:26-27). Es
necesario volver a la senda antigua; regresar a la lectura y practica de La
Palabra, tal y como está escrita, sin adulterarla con interpretaciones de
hombre. El Espíritu Santo anhela manifestarse en medio de la Iglesia, obrando salvación,
sanidad y liberación. No hagamos oído omiso a lo que el Espíritu habla a la
Iglesia por este medio. El desea revelarse y dar a conocer las profundidades
del Reino de Dios. Dejémosle trabajar en nuestras vidas primeramente para
llegar a ser ese varón perfecto, agradable a Dios.
Dios expulso Adam del Paraíso, en otros términos, le
quito lo que le había entregado, ¿como dicen algunos que los ministerios no se
quitan? Pongámonos a cuenta con Dios antes que llegue el día del Señor y nos
encuentre desnudos. Entonces será el gemir y crujir de dientes. Aun es el día
aceptable para arrepentirnos y regresar a la sana doctrina, a Dios. El no
quiere que nadie perezca, pero tiene que haber arrepentimiento de corazón.
No comments:
Post a Comment