(Salmo 51-LBLA)
Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;
conforme a lo inmenso de tu compasión, borra mis
transgresiones.
2 Lávame por completo de
mi maldad,
y límpiame de mi pecado.
3 Porque yo reconozco mis
transgresiones,
y mi pecado está siempre
delante de mí.
4 Contra ti, contra ti
sólo he pecado,
y he hecho lo malo delante de
tus ojos,
de manera que eres justo cuando
hablas,
y sin reproche cuando juzgas.
5 He aquí, yo nací en iniquidad,
y en pecado me concibió mi
madre.
6 He
aquí, tú deseas la verdad en lo más íntimo,
y
en lo secreto me harás conocer sabiduría.
7 Purifícame
con hisopo, y seré limpio;
lávame,
y seré más blanco que la nieve.
8 Hazme
oír gozo y alegría;
que
se regocijen los huesos que has quebrantado.
9 Esconde
tu rostro de mis pecados,
y
borra todas mis iniquidades.
10 Crea en mí, oh Dios, un
corazón limpio,
y renueva un espíritu recto dentro de mí.
11 No me eches de tu
presencia,
y no quites de mí tu santo
Espíritu.
12 Restitúyeme el gozo de
tu salvación,
y sostenme con un espíritu de
poder.
13 Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos,
y los pecadores se convertirán a ti…
El rey David declamo el salmo 51 después que el
profeta Natán le confronto con su pecado. Este pudo haberse excusado, o
reprender al profeta, pero David tenía un corazón satisfactorio a Dios, y en
vez de excusarse delante del profeta y delante de Dios, recibió la reprensión
del profeta y busco a Dios en verdadero arrepentimiento. No escatimo que era rey,
aceptó la sentencia de Dios con sumisión, mostrando humillación ante su Rey y
Dios, Jehová.
Contrario a David, existen considerables ministros que
creen están más alto que la Ley de Dios. Estos continúan pecando delante de
Dios aun después que el Espíritu Santo los redarguye y revela el pecado. Estos
abusan de la Gracia y Misericordia de Dios, y si no se arrepienten de verdad, sin
estar percibidos, vendrá un tiempo donde el pecado será público - porque todo
lo oculto será revelado dice la Palabra: “Pues no hay
nada oculto que no haya de ser manifiesto, ni secreto que no haya de ser
conocido y salga a la luz” (Lucas 8:17), entonces serán avergonzados y su desnudez
manifestada. En aquel momento vendrá el llorar y crujir de dientes. Gracias a
la Misericordia y Gracia de Dios en Jesucristo, todavía hay tiempo para un arrepentimiento. El corazón de David se contristo y
humillo, esto agrado a Dios, por lo que David fue perdonado y restaurado. La Misericordia
que alcanzo al rey David es la misma Misericordia, activada por medio de
Jesucristo, que permite seamos perdonados y restaurados, en estos tiempos,
cuando tenemos verdadero arrepentimiento. David tuvo un verdadero
arrepentimiento y le fue contado por justicia, llamarse ¡satisfacción de Dios!
El Salmo 51 son las palabras declaradas de un corazón
arrepentido. Un corazón que no se justifica, solo reconoce su culpa y fallo
delante de su Creador y pide limpieza y purificación. David no recito estos
versos al pueblo para ser oído y perdonado por ellos, los recito a su
Dios. Lo hizo en lo secreto del
Tabernáculo, donde este iba varias veces al día a presentarse delante de su
Dios. En esta ocasión no era para pedir instrucción, sino para pedir perdón y
misericordia. David amaba la presencia de Dios. Él sabía que el pecado separa
al hombre de Dios y entristece al Espíritu Santo. También quita el gozo de ser
parte del Reino, de la Salvación. En los versículos 11 y 12 David implora a
Dios que no se vaya de el ni le quite su santo Espíritu. Le suplica que le
devuelva el gozo de la salvación. David entendía
que fuera de Dios lo que existía era mortandad, en todos los niveles del ser
humano.
El reconocimiento de la violación del orden de Dios es
el primer paso de un arrepentimiento verdadero. Este (corazón) reconoce que ha
ofendido a Dios. José cuando fue tentado por la esposa de Potifar,
primeramente, menciono el no atreverse a ofender a Dios, luego la confianza de
Potifar. A los transgresores a veces se les olvida que no solamente han
ofendido o fallado a Dios, sino también al redil (pastores) y todas las
personas afectadas por el desvío. Ojalá todos los ministros tuvieran el temor
(respeto a Dios) de José. No creo abundaría tanto el pecado dentro de estos. El
temor a Dios se ha ido perdiendo, al igual que se va enfriando el amor por los
demás. La iglesia está en decadencia.
Por lo mismo Jesús dijo que los tiempos se acortarían por amor a los
escogidos (Mateo 24:22 parafraseado).
Hermano en la fe de Jesucristo, si estas en pecado arrepiéntete.
Aún hay Misericordia de Dios, la cual por este medio muestra Su Gracia y te
redarguye una vez más. El no desea que seas avergonzado, sino que vengas al
arrepentimiento. No vale la pena perder la presencia de Dios ni entristecer al Espíritu
Santo, tampoco perder el gozo de la salvación por el placer de la carne
(cuerpo) en los vicios del mundo. Dios nos ha dado las armaduras (Efesios 6)
para vencer la carne y el mundo. Pero mayor aun, tenemos al Espíritu Santo de
nuestro lado que mora en nosotros para fortalecernos y ayudarnos a no caer en tentación.
Lee este Salmo 51 sino te salen las palabras tuyas. A veces tenemos que recitar
Salmos porque estamos tan cargados que no salen las palabras. Pero en el
proceso de lectura de esos Salmos, el Espíritu empieza a pasar tizón por
nuestros labios, limpiándonos, y las palabras nuestras empiezan espontáneamente
a salir, ya que el corazón se siente contrito y humillado.
Es mi deseo y oración que este material, ungido por el
Espíritu Santo, te anime a dar el paso de arrepentimiento…un arrepentimiento
verdadero, para que nuevamente sientas el gozo de la salvación, confirmado por
la presencia de Dios y la manifestación de frutos de arrepentimiento. Entonces podrás
testificar, nuevamente, de la Gracia y Misericordia de Dios, tal como dice el versículo
13 del Salmo 51: Entonces enseñaré a los
transgresores tus caminos,y los pecadores se convertirán a ti.”
conforme a lo inmenso de tu compasión, borra mis transgresiones.
2 Lávame por completo de mi maldad,
y límpiame de mi pecado.
3 Porque yo reconozco mis transgresiones,
y mi pecado está siempre delante de mí.
4 Contra ti, contra ti sólo he pecado,
y he hecho lo malo delante de tus ojos,
de manera que eres justo cuando hablas,
y sin reproche cuando juzgas.
y en pecado me concibió mi madre.
6 He aquí, tú deseas la verdad en lo más íntimo,
y en lo secreto me harás conocer sabiduría.
7 Purifícame con hisopo, y seré limpio;
lávame, y seré más blanco que la nieve.
8 Hazme oír gozo y alegría;
que se regocijen los huesos que has quebrantado.
9 Esconde tu rostro de mis pecados,
y borra todas mis iniquidades.
y renueva un espíritu recto dentro de mí.
11 No me eches de tu presencia,
y no quites de mí tu santo Espíritu.
12 Restitúyeme el gozo de tu salvación,
y sostenme con un espíritu de poder.
13 Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos,
y los pecadores se convertirán a ti…
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