¿Presencia o emoción?
11 Entonces Él dijo: Sal y ponte en el
monte delante del Señor. Y he aquí que el Señor pasaba. Y un grande y poderoso viento
destrozaba los montes y quebraba las peñas delante del Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, un
terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. 12 Después del terremoto, un fuego;
pero el Señor no estaba en el fuego. Y después del fuego, el
susurro de una brisa apacible.
(1
Reyes 19:11-12)
El Pentecostés que se
inició en el aposento alto no ha cambiado su orden ni significancia. No es una
emoción ni se compra o vende. Es un regalo de Dios para los creyentes de
Jesucristo. Algunos le llaman ‘el respiro de Dios.’ Hechos 2 relata tan simbólico
momento y como cambio la vida de los que estaban reunidos en ese lugar: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2 Y de repente vino del cielo un estruendo como
de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados;
3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose
sobre cada uno de ellos. 4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y
comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen” (2:1-4). Simón
el mago (Capitulo 8 de Hechos) trato de comprar ese regalo y fue
reprendido por el apóstol Pedro: “18 Cuando vio Simón que por la imposición de
las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, 19 diciendo: Dadme también a mí este poder,
para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo.20 Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca
contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero.”
El pentecostés es la presencia activa del Espíritu Santo en el creyente.
Esta investidura tiene sus manifestaciones (Hechos 2:3). Cuando un incrédulo se
convierte a Cristo, aceptando Su Evangelio, es sellado por el Espíritu Santo
como propiedad de Cristo. Luego este debe bautizarse para sellar ese
compromiso. Muchos reciben el Pentecostés inmediatamente, mientras que para otra
toma tiempo. La razón solo la sabe el Espíritu Santo que conoce el corazón del
hombre. Así como Simón hay muchos, pero el Espíritu los revela. Algunos en su desesperación
de recibir el Pentecostés, se inscriben en las llamada escuelas de profetas y
de aprender hablar lenguas. Como si el Pentecostés o los ministerios/llamados
se aprendieran o adquirieran con enseñanzas humanas. Así existen muchos engañados
por satanás, por lo que el Espíritu Santo exhorta escudriñar los espíritus. Cuando
el corazón no está satisfactorio al Espíritu Santo, y acciones contrarias a
Dios tienen lugar en la vida de un creyente, espíritus contrarios a Dios pueden
mitificar las manifestaciones del Espíritu Santo. Dios no está en todas las
manifestaciones de pentecostés que observamos en las congregaciones. Así como
Dios no estaba en las manifestaciones esfogadas y de terremotos del encuentro
de Elías con El (1 Reyes 19). El que tenga oídos para oír oiga lo que el Espíritu
Santo advierte. ¡El Pentecostés no se compra!
Los servicios (cultos) de cristianos evangélicos son denominados por su
fuego “pentecostal.” El termino “pentecostal” se define con alta música
(instrumentos), canciones fogosas, correr por el templo, hablar en otras
lenguas, profecías, etc. lo cual muchos, tanto dentro del circulo cristiano
como pagano lo consideran inapropiado y catalogan como ritos
santeros/hechicería. Un ejemplo de esto es los profetas de Baal que
contendieron con Elías (1 Reyes 18). Algunos se apoyan en la cultura de cada
nación y como está define ese acontecimiento. Sin embargo, el libro de Hechos capítulo 2 señala y
relata este suceso; la llegada del Pentecostés en el aposento alto. Entonces,
se puede considerar la posibilidad de áreas emocionales envueltas o presente,
en vez del acto pentecostés, en algunas personas. Jesucristo desea bautizarnos,
a todos, con Espíritu Santo y Fuego, solo debemos ser obedientes y seguir los
preceptos y mandatos Él nos dejó en La Biblia. No hay necesidad de ser
emocionales para ser vistos por los hombres. Lo verdadero de Dios no se puede falsificar.
El Pentecostés activa el hombre para hacer la obra de Dios. Algunos
cristianos tienen miedo de hablar en público, pero cuando se activa el
Pentecostés en ellos pierden el miedo ya que es Poder de Dios. También se
enamoran del Evangelio de Cristo y del Reino de Dios, así como el apóstol Pablo
que considero todo como basura por servir a Cristo y el Reino. Cuando el
Espíritu Santo viene sobre el creyente también lo convence de pecado para
arrepentimiento; el espíritu del hombre se redarguye y confiesa para liberación
y sanidad interna. Muchas veces el espíritu del hombre se entristece, y al
sentir la presencia del Espíritu Santo se llena de fuerzas para seguir
adelante. Siempre existirá un motivo celestial para que surja la manifestación,
y con seguridad edificara.
Existe diferencia entre la manifestación del
Espíritu Santo y el sentir Su presencia. Algunas de las manifestaciones del Espíritu
Santo la podemos observar cuando la Paloma se asentó en Jesús después de su
bautizo-(Después de ser bautizado, Jesús salió del agua
inmediatamente; y he aquí, los cielos se abrieron, y él vio al Espíritu de Dios
que descendía como una paloma y venía sobre El (Mateo 3:16). También el Fuego que bajó sobre los discípulos en el aposento alto. Estas
y otras son figuras del Espíritu Santo, mientras que el hablar en otras lenguas
y el caer cuando se es ministrado, etc., son reacciones físicas de la fuerte
presencia y ministración del Espíritu Santo. Una Paloma, el Fuego, Olor fragante, Viento fresco y
apacible, etc. son manifestaciones. Es importante considerar esta diferencia
para hablar con entendimiento y buena enseñanza.
Sin duda
alguna, la presencia del Espíritu Santo se mueve frecuentemente en medio del
pueblo y del individuo. ¡Qué hermoso seria ver Su manifestación! Tanto nuestra
alma como espíritu se regocijaría. Por eso es tan importante darle Su tiempo,
quitando todo programa que entorpece o detiene Su presencia. Dejemos que sea la
hermosa presencia del Espíritu Santo quien nos mueva; abandonándonos a Él. No permitamos
que las emociones gobiernen, porque el Espíritu edifica, pero no las emociones.
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