8” Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia
del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido
todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo…”
(RVR1960)
“¡Dejarlo TOOODO
por el CONOCIMIENTO de CRISTO!” es la expresión de un hombre que sucumbe a los
deseos del cuerpo y las tentaciones que el mundo ofrece. Expresiones como estas
solo surgen cuando se llega a un nivel de conocimiento de la Cruz de Cristo;
lo que El padeció para restaurar la relación del Padre con su Creación; impidiendo
la maldición de la muerte eterna sobre la humanidad.
En Gálatas 2:20, el
apóstol Pablo señala: “con Cristo
estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que
ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se
entregó a sí mismo por mí.” Para el apóstol, Cristo lo era
todo. El no permitía que ninguna cosa le quitara el tiempo o energía; no permitió
distracción que lo desenfocara. Todo su ser, cuerpo, alma y espíritu estaban mezclados
y conectado a Cristo y Su encomienda. Pablo trabajaba diligentemente para
complacer a su Amado y Dueño. Él había hecho a Cristo no solo su Salvador, sino
también su Señor. Esto es fundamental en el caminar cristiano. Pablo estaba
persuadido con el Evangelio de Jesucristo. Por lo tanto, expreso que “ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ¡ni lo por venir…” lo separarían del amor de Cristo y
están son declaraciones de un convencido. La convicción es la que impulsa a
dejarlo todo por Cristo. Cuando
Cristo le he revelado al creyente por el Espíritu Santo, una
sensación de excelencia embarga y domina su Alma, y una emoción de regocijo su
espíritu. En lenguaje gentil, un “hechizo,” un “encanto”, un “cupido” que con
su lanza penetra el corazón.
Un
cristiano de conversión genuina se expresa como el apóstol Pablo. Este posee la
excelencia de Cristo; el Yo no existe, solo Cristo
domina y es visible en su caminar. Testifica que las circunstancias no
determinan su existir. Camina firme, y vive una vida de confianza en la fe que
ha creído. Decide imitar a Cristo, amonestando todo deseo del mal que
contrarresta el conocimiento de Él.
El
espíritu de discernimiento, regalo del Espíritu Santo, ayuda identificar un
cristiano de conversión real, ya que “no todos los que dicen Señor, Señor” son
realmente trasformados. Romanos 12 habla de la nueva vida en Cristo; como debe presentarse
un cristiano entendido en la realización de la salvación, señalando las normas concretas
de conducta de aquel que ha perfilado y adaptado esa nueva vida. El apóstol
Pablo, insta a que nos ofrezcamos como sacrificio vivo, santo y agradable a
Dios (Romanos 12:1 parafraseado). El conoce
los beneficios y premios de este sacrificio. Uno de ellos es revelación y
entendimiento de Dios Padre y Su deseo para la humanidad: “…transfórmense,
renueven su interior, para que puedan descubrir cuál es la voluntad de Dios,
que es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto” (Romanos 12: 2). Otro
es el amor verdadero. Amor que tanto el Padre como el Hijo nos mostraron (Juan
3:16). Cristo lo mostro en la cruz, no estimando su vida y gloria con el
Padre para venir a la tierra y salvar la humanidad.
Presentémonos
aprobados delante del Padre - Cristo pago el precio - como obreros que no
tenemos de que avergonzarnos, usando La Palabra de verdad. No contristemos al Espíritu
Santo, usando nuestros miembros para deshonra, al contrario, sacrifiquemos los
deseos carnales y glorifiquemos a Cristo con todo nuestro ser – vale la pena.
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