1 Corintios 6:19-20 (Reina-Valera Antigua)
19¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
20Porque comprados sois por precio: glorificad pues á Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
¿Alguna vez has meditado en estos versículos bíblicos? ¿Sabes la significancia de ellos?
Cuando decidimos aceptar a Jesucristo como nuestro redentor inmediatamente pasamos a ser hijos de Dios (antes de eso eramos solo Su creacion). En ese proceso, de igual manera somos sellados con el Espíritu Santo de Dios, el cual comienza a morar en nosotros. ¡Qué hermoso es ser morada del Espíritu Santo de Dios! Lamentablemente parece ser que nos olvidamos de ese aspecto cuando usamos nuestro cuerpo para satisfacer los deseos de la carne o los deseos del mundo. Empezamos a fornicar o a vender nuestro cuerpo para saciar nuestro deseo carnal o para saciar la vista del mundo.
El mundo define y usa el cuerpo humano diferente a como lo define y lo usa Dios. Recordemos lo que nos dijo el apóstol Pablo en 1 Corintios 10:23 “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.” Dios nos ha dado libre albedrio para tomar decisiones. Tú tomaste la decisión de separarte para el servicio de Cristo; le dijiste al Señor ¡heme aquí! Cuando tomaste esa decisión sabia que ya no te pertenecía. Como nos dice el versículo 19 de 1 Corintios 6 que ya no somos nuestros desde el momento que recibimos a Jesucristo en nuestro corazón. Ya no podemos hacer lo que se nos plazca; ya no podemos hacer lo que hacíamos antes de conocer a Cristo. Somos templo para ser usado por Dios, por Jesucristo. Nuestro cuerpo debe ser un miembro de honra, de testimonio a ese mundo que no conoce de Dios. No podemos andar como el mundo anda. No podemos ser amigo de Dios y también de Satanás. No podemos ser dos fuentes de agua, o servimos a Dios o servimos a Satanás. Dios es un Dios celoso y El no comparte su gloria con nadie. Tu eres Su creación, por lo tanto ¡Su gloria!
Pregúntate tu mismo, ¿como el mundo va a creer que Jesucristo cambia y regenera si andamos como ellos andan? Hermanos, tenemos que vencer los deseos de la carne y meditar para que hemos sido creados; la razon de nuestra existencia. Antes de conocer a Cristo no sabíamos el propósito de nuestra creación. Ahora que lo sabemos debemos de honrar a Dios con nuestros miembros, y nuestro cuerpo es uno de esos miembros. ¡Entonces vamos a glorificar a Dios con nuestro cuerpo!
Querido hermano, si has estado fornicando, adulterando, endrogándote o embriagándote quiero decirte que a Dios no le agrada lo que estás haciendo. El Señor Jesús quiere usarte en Su reino. Pero El no puede usar vasos sucios, contaminados. Aléjate de todo aquello que te separa de Dios y que contrista al Espíritu Santo. Recuerda que Jesús dijo que por amor a El iban a surgir disensiones entre familiares y amistades. Lo importante es que te presente ante Dios aprobado, como obrero que no tiene de que avergonzarse y que usa bien la Palabra (2 Timoteo 2:15).
¡Presentemos nuestro cuerpo en sacrificio por amor a Cristo y Su evangelio!
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