El
poder pentecostés no es solo una experiencia interior. Hechos 2 muestra ese
poder activo para la proclamación de las grandezas de Dios. El Pedro impulsivo,
bajo el poder del pentecostés, es usado con unción y poder para predicar a Jesús
de Nazaret a los presentes; el Cristo rechazado por los Suyos. Este pudo haber
sido apedreado, como Esteban, pero el poder pentecostés en el le quito miedos y
temores. Jesucristo fue muy claro y especifico cuando refirió el poder del Espíritu
Santo en la vida del cristiano: “Ustedes recibirán
la fuerza del Espíritu Santo; el vendrá sobre ustedes para que sean mis
testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los extremos de la
tierra” (Hechos 1:8 LBLA). La primera
comunidad cristiana entendía este concepto, ¿por que la iglesia de estos
tiempos lo pasa por alto? Jesús prometió que cosas más grandes que las que El y
Juan el Bautista hicieron, ocurrirían por medio de Su iglesia. El dijo que Su iglesia seria bautizada, no
solo con agua sino con Espíritu Santo (Hechos 1:5), y enfatizo que era
necesario esperar esa promesa antes de empezar el ministerio. El ministerio sin
poder pentecostés es un ministerio apagado, puesto por hombre. En esto se nota la
diferencia entre ministerios extintos y ministerios triunfantes. Los discípulos
de Jesús anhelaban el restablecimiento del reino de Israel. Ellos deseaban que
fuera ya. Estos aun no entendían lo que el Maestro le hablaba mientras estuvo
con ellos. Solo después que la promesa se activo en ellos, el día de pentecostés,
pudieron empezar a entender la magnitud
del Reino que Jesús hablaba.
Desear
el ministerio no es malo. El problema surge cuando no se espera el “día de pentecostés”
para emprender. “…No salgan de Jerusalén; esperen la promesa que les hice de
parte del Padre; porque Juan bautizo con agua, pero ustedes serán bautizados
con Espíritu Santo dentro de pocos días” (Hechos 1:4-5 LBLA). Saúl fue revestido de poder de Dios para
reinar en Su pueblo, pero cuando ese poder le fue quitado, la ruina y muerte se
apodero de él. Desde ese momento, un espíritu malo le atormentaba. El espíritu de
Dios se apoderaba de Saúl cuando era necesario, ya que no era permanente sino
temporal en el. Contrario a David que el
espíritu divino era de carácter permanente. “El espíritu divino entra en David,
lo mismo que en Saúl (1 Sm 10: 6.10; 11.6); sin embargo, la indicación temporal
a partir de aquel día parece señalar el carácter permanente, y no ocasional, de
la permanencia de este espíritu de Dios en David” (comentario bíblico LBLA). Cuando
el Espíritu de Dios se apodera del hombre, este puede hacer cosas para el Reino
porque Dios está con él. 1 Samuel 10:6-7 revela esta verdad: “entonces se
apoderara de ti el espíritu del Señor, profetizaras con ellos y te transformará
en otro hombre. Cuando te hayan sucedido estas señales, haz lo que te parezca bien
porque Dios estará contigo.” Como el versículo lo expresa, habrán señales de
parte de Dios, las cual El revelara, antes de iniciar el ministerio. Estas señales
servirán de confirmación. Penosamente, muchos no esperan la confirmación y
luego preguntan a Dios porque El no los respalda.
Varias
veces confundimos el poder pentecostés con la presencia de Dios en nuestra
vida. El poder pentecostés simula lo que vivió Saúl y David para ejercer el
trabajo de Dios. La presencia de Dios,
mediante el Espíritu Santo siempre está con la iglesia, pero el poder pentecostés
se activa cuando se necesita para cumplir una encomienda específica de Dios. Ejemplo
de esto es cuando Jesús dijo que si nosotros (la iglesia) no hablaba, las
piedras lo harían (Lucas 19:40), porque no es de nosotros sino de Dios el poder
pentecostés. Este conocimiento ayuda a
mantener la humildad del que Dios usa. Así este no se enaltece creyendo que es
de él la unción. Cuando se discierne erróneamente, muchos abusan de ese poder. Provocando
que muchos le sigan y veneren, convirtiéndose en piedra de tropiezo para los
que le siguen. Lamentablemente, ya no es el poder divino que los abriga sino un
espíritu del mal, que podría ser enviado por Dios, “el espíritu del Señor se retiró
de Saúl, y un mal espíritu, enviado por el Señor, se apodero de él” (1 Samuel
16:14).
Los
discípulos tuvieron que esperar el tiempo de Dios, el día de pentecostés, para ejecutar
el ministerio encomendado por Jesucristo. Se puede deducir el entusiasmo que había en
ellos para hablar de lo que fueron testigos. Pero tuvieron que esperar el
tiempo determinado, después del pentecostés, para manifestarse. El Espíritu Santo
ha repartido a la iglesia dones espirituales, talentos, ministerios. Igual que
los discípulos, muchos están emocionados por iniciar lo que se le impartió. Es necesario
esperar el tiempo establecido por Dios para activar ese ministerio. Este se
revelara con señales y prodigios porque el poder pentecostés se manifestara. No
se debe desesperar ni desmayar cuando nada
se ve a la vista física. Todo tiene su tiempo debajo del sol, y Dios nunca se
tarda. Esperemos pacientemente a Jehová, en obediencia, y veremos el poder pentecostés
activado en nosotros. Entonces seremos gloria para El ya que estaremos en Su
tiempo!
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