Romanos 8: 13-14
“Así que,
hermanos, somos deudores, no a la carne, para vivir conforme a la carne, porque si vivís conforme a la carne, habréis de morir; pero
si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios,
los tales son hijos de Dios.…”
Desde el Edén el espíritu y la carne han estado en continua
batalla. La guerra espiritual del creyente empezó en el Paraíso cuando Adán y
Eva cediendo a deseos materiales desobedecieron la orden de Dios. La carne esta
de continuo contra el espíritu. A esta (la carne) le desagrada la ley y el
orden; no le gusta la restricción. Esta desea hacer todo lo que le place y detesta
el control y la disciplina. En términos sicológicos, la carne es el Id, falta
de razonamiento, descontrolado y atraído por la gratificación inmediata. Quiere
lo que ambiciona y lo desea inmediatamente; Codicia la pasión desordenada. A la carne le deleita lo prohibido. Esta no
razona y quiere vivir en el ahora, en el momento, sin importarle las
consecuencias. La carne es una enemiga peligrosa para el Alma. Un alma sin
Cristo está más propensa a ceder a los instintos carnales; la ley de la carne opera
más fuerte en un alma sin Cristo. Romanos 7:5 declara:“Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas despertadas por la ley, actuaban en los miembros
de nuestro cuerpo a fin de llevar fruto para muerte.” Solo la ley del
Espíritu de vida en Cristo Jesús nos libera de la ley del pecado y de la muerte
(Romanos 8:2 parafraseado).
El creyente no debe estar desapercibido, confiando que por
ser cristiano no es vulnerable a la carne. No tan solo el alma sin Cristo puede
caer en los deleites de la carne, de igual manera aquella que pertenece a
Cristo, pero no anda conforme al Espíritu, fácilmente puede caer en la
esclavitud de la carne. El apóstol Pablo
en 1 Corintios 9:27 cifra “Sino que
golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros,
yo mismo sea descalificado.” Un discípulo de Cristo que su mente no está
puesta en el Espíritu no podría sujetar la carne. Según Romanos 8:6 la mente
puesta en la carne es muerte, pero aquella puesta en el Espíritu es vida y paz.
Romanos 8:1 explica que no hay condenación para los que están en Cristo Jesús, aquellos
que no andan conforme a la carne sino al Espíritu.
Vivir en Cristo es morir a la carne. No existe otra forma
de vivir en El. Gálatas 5:24 relata que
“…los que son de Cristo Jesús han crucificado
la carne con sus pasiones y deseos.” Colosenses 3:5 también declara: “Por tanto, considerad los miembros de vuestro cuerpo terrenal como
muertos a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la
avaricia, que es idolatría.” La idolatría a la carne es significado de
muerte espiritual. Lo espiritual y lo carnal no se llevan entre sí, uno siempre
domina (ya que son rivales). Los frutos del individuo indican cual está en
control de su vida (por sus frutos los conoceréis). El cristiano no puede
obedecer a mamon y también a Dios. Este no puede tener dos fuentes de agua
emanando de él. Santiago 1:14-15 dice “que cada uno es tentado cuando es llevado
y seducido por su propia pasión. Por consiguiente “…en cuanto a vuestra anterior manera de vivir, os despojéis del viejo
hombre, que se corrompe según los deseos engañosos,…” (Efesios 4:22). El apóstol
Pedro exhorta: “Amados, os ruego como a extranjeros
y peregrinos, que os abstengáis de las pasiones carnales que combaten contra el
alma” (1 Pedro 2:11).
Amados
hermanos en la fe de Cristo. La realidad es que cuando la carne domina sobre el
espíritu, existe una esclavitud carnal. El
Espíritu Santo escudriña y redarguye, pero si existe esclavitud carnal se hace difícil
escuchar la voz del Espíritu. Es de suma importancia presentarnos cada día
delante del Padre para que revele a nuestro espíritu las áreas debemos entregar
a Él. Esto debe hacerse en humildad. Dios conoce el corazón del hombre y no se
le puede engañar. Jesús hablo de aquellos que se presentaran a Él y EL los
rechazara porque no los conoce (Mateo 7:23). No todo aquel que dice “señor, señor”
entrara al Reino de los Cielos (Mateo 7:21-23). No todo aquel que se llama
cristiano vive según el Espíritu…por sus frutos serán conocidos (Mateo 7:16-20).
En los últimos tiempos los Ángeles del cielo separaran lo bueno de lo malo
(Mateo 13:49), y en el juicio santo las cabras serán separadas de las ovejas
(Mateo 25: 31-46). No nos engañemos,
Dios no puede ser burlado. Mejor es seguir el consejo del apóstol Pedro y abstenernos
de las pasiones carnales buscando vivir en el Espíritu, solo así ¡veremos Su
rostro y viviremos con El en Su gloria!
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