Friday, September 11, 2015

Ungüento Sanador

¿Alguna vez te has encontrado sin fuerzas para seguir peleando la “buena batalla” y solo deseas rendirte? ¿Te has sentido sin esperanza y no ves el Señor trabajar en tu circunstancia? ¿Alguna vez te has dicho que la vida no tiene sentido alguno? No te sientas mal.  Eres uno de miles de cristianos. Esto no es indicación de falta de fe o intimidad con Dios. Eso se llama humanidad. Esta muchas veces controla la mente y hace que se nos olvide quien somos en realidad. Normalmente surge cuando quitamos la mira de arriba (cielo) porque lo de abajo (tierra) comprende gigantesca presión. Esto tampoco significa que no confiamos en Dios. Es solo una de las facetas de vivir en un cuerpo restringido. ¡Qué bueno seria desforrarse del cuerpo y ser solo espíritu en momentos donde la carne pesa!
El dolor del alma afecta el cuerpo. Cuando un alma esta herida es reflejado en lo físico. El ser humano es un Alma que tiene Espíritu y vive en un Cuerpo. Por eso Cristo vino a salvar y sanar Almas, no cuerpos. Esto no quiere decir que este (cuerpo) no tenga soberanía sobre muchos hermanos en la fe. Existen considerables versículos bíblicos que indican el poder la carne ejerce sobre muchos creyentes; estos son esclavos del cuerpo y sus deseos. El libro de Romanos refiere este problema elocuentemente. Otros libros que mencionan este asunto son Corintios, Santiago etc. 1 Corintios 9:27 comenta: Sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado.” El predicador insta esclavizar el cuerpo, entendiendo que de otra manera este esclavizara al que vive conforme a él.
El dolor del alma, cuando es inaguantable, puede producir un inmenso desaliento, a tal punto que el espíritu se deprime, dando cabida al cuerpo para que actuara y esclavice. Este desanimo debe ser contrarrestado inmediatamente, evitando que llegue a tal magnitud. Por eso es necesario estar conectado con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo para que en momentos de dolor de alma el Espíritu dirija la mente a La Escritura. La Palabra de Dios es lámpara y lumbrera en tiempos de tinieblas mentales y turbulencias emocionales.

No existe mejor ungüento en tiempos de aflicción que la misma presencia de Dios, hablando y ministrando Paz, Gracia y Misericordia. La voz del Espíritu es un bálsamo que refresca y alivia, sanando heridas y fortaleciendo el espíritu. Esta voz puede ministrar mediante la lectura de La Escritura, por un versículo bíblico o historia bíblica. También puede llegar mediante una predicación de La Palabra, o un hermano en la fe hablando en el Espíritu (profecía, testimonio, etc.) La voz del Espíritu sana toda dolencia del alma. Cuando el Alma está sufriendo, ella lo que desea es inmediata sanidad, no importando lo que cueste para conseguir ese alivio. Esta insta al cuerpo actuar inmediatamente. Un cuerpo no esclavizado por el Espíritu escucha la voz del Alma, pero aquel sujeto al Espíritu la domina y controla. Porque Dios nos ha dado espíritu de dominio propio, y en Jesucristo todo lo podemos porque el Espíritu nos da la fuerza. Siempre y cuando andemos en el Espíritu, la voz del Alma no nos controlara y los deseos de la carne serán neutralizados y cancelados en el nombre de Jesucristo. En el cual somos más que vencedores!!!

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