“El Espíritu del Señor esta sobre mí, porque el Señor me
ha ungido. Me ha enviado a dar la buena nueva a los pobres, a sanar a los de corazón
destrozado, a proclamar la liberación a los cautivos y a los prisioneros la
libertad” (Isaías 61:1-Biblia de América).
¿Qué
hermoso son los pies de aquellos que traen y llevan buenas nuevas? El noticiero
de bien es siempre bienvenido. Bienaventurado
es aquel que lleva paz, consuelo, alegría, gozo, amor, paciencia, esperanza. Las
palabras de aliento refrescan el alma y fortalecen el espíritu.
En
estos tiempos difíciles de permanencia fiel al orden de Dios se necesitan
misioneros de paz y amor. Cuando el pueblo de Dios (Israel) estuvo en exilio en
Babilonia, por desobedecer la orden de Dios, estos anhelaban regresar a Jerusalén.
Dios escucho su suplica y anhelo de regresar y levanto a Ciro, rey de Persia, “para
que se cumpliera la palabra del Señor anunciada por Jeremías,” (Esdras 1:1). Durante
el exilio Jerusalén fue destruida en plenitud; la ciudad Santa; la ciudad de
David estaba en ruinas (Jeremías 25:11). Después de la orden dada por Ciro, no
todos regresaron a Jerusalén. Algunos estaban aculturados a Babilonia. Pero
Dios despertó el espíritu de muchos los cuales regresaron para reconstruir a Jerusalén
(Esdras 1:5). El regreso a su tierra, fue de sumo gozo y a la vez tristeza al
ver la ciudad Santa destruida, en ruinas. La reconstrucción de Jerusalén y todo
lo que esta conlleva, el Templo de Dios, el Altar, etc. tomo su tiempo. La ruina
era grande y los opositores a la reconstrucción eran varios - “la activa resistencia que los samaritanos y
otros habitantes de la zona opusieron a la reconstrucción tanto del templo como
sobre todo de la ciudad de Jerusalén, hizo que durante bastantes años la obra
de restauración estuviera casi completamente paralizada y que la situación de
los judíos retornados se hiciera realmente precaria” - (leer Esdras y Nehemías
para mejor entendimiento). Pero gracias a Dios por Zorobabel, el sacerdote Josué,
Nehemías y otros como estos, que permanecieron fieles y fuertes en Dios para
terminar la obra. El comentarista del libro de Esdras expresa, “Zorobabel y el sacerdote Josué quienes en
medio de continuas dificultades, pero con gran entusiasmo y apoyados por la predicación
de los profetas Ageo y Zacarías (Esd 5:12; Ag 2:23; Zac 6; 9-15), reconstruyen
el templo de Jerusalén que es consagrado y abierto al culto en el año 515 a.C.”
Para
el pueblo Judío, el Templo de Dios es considerado como la misma presencia de
Dios en medio del pueblo. Para los cristianos “somos templos del Espíritu Santo.”
Por consiguiente, todo hermano en la fe de Cristo que haya accedido a los
deseos de la carne y se haya exiliado debe ser visitado y tratar de
restaurarle. Cuando Nehemías llego a Jerusalén, no llego juzgando ni hablando
del pasado, este solo hablo palabras de ánimo y confianza en Dios que prometió restaurar
a Jerusalén. Cada cristiano es llamado a ser Templo de Dios. En nuestra era
existen muchos Templos que
necesitan una intervención divina enviando mensajeros/misioneros a su rescate y
restauración. La restauración de Templos
en destrucción debería ser prioridad en la Iglesia. Jesús envió los discípulos primeramente
a Jerusalén, con esto simbolizando la prioridad de rescatar los nuestros, y
entre los nuestros están los hermanos en la fe. La preocupación de algunos
pastores y líderes espirituales es la construcción de congregaciones propias, o
la cantidad de miembros que tienen, olvidándose de los débiles en la fe y
necesitados, entre ellos los devastados y esclavizados por el pecado y la
desobediencia.
Isaías
61:1-3 y Marcos 16:15-16 habla del propósito de la Iglesia de Jesucristo. No puede
existir uno sin el otro. Estos llamados van en conjunto. Jesús dio la Gran Comisión
para salvación, pero el llamado de Isaías es para restauración (61:4). La Iglesia
no solo comisiona salvación sino también restauración. Existen sinnúmero de inconversos, pero a la
misma vez están muchos exiliados de la fe de Cristo; despedazados por el mundo;
caídos en inmundicia. Estos que una vez fueron parte del Reino ahora están comiendo
sus vómitos y comida de cerdos. ¿No son estos dignos de ser rescatados y
restaurado para que nuevamente adoren y sirvan a Dios? el Señor levanto el espíritu
del rey de Persia para que reconstruyera Su templo en Jerusalén (Esdras 1:2). Con
esto obrando regreso de Su pueblo a Judea. Si Dios usa uno que no era de Su
pueblo para restaurar Su templo, cuanto más la Iglesia debe ser sensible a la
necesidad de los suyos-el pueblo
cristiano- para restaurarlo. El retorno de los judíos a Jerusalén fue de
gozo, alegría y jubilo. Estos salieron de Babilonia dispuestos a subir a Jerusalén
para reconstruir el templo del Señor (Esdras 1:5). Por fin iban a ser libres
para adorar al Señor, como lo hacían antes del exilio. La Iglesia de Jesucristo
debe gozarse cada vez un exiliado regresa y puede nuevamente adorar libremente a
su Salvador. Los Ángeles no solo se alegran cuando un pecador se convierte,
sino que en los cielos también hay fiesta cuando un hijo prodigo regresa a
casa. Y cuando este regresa a casa, no se le juzga ni se le recuerda el pasado,
solo se le abraza con amor de Gracia y Misericordia, invitándole nuevamente a
comer de la mesa del Señor. Poniéndole vestimentas nuevas (ministrando restauración
y cobertura) y restaurando su posición.
La
prioridad de la Iglesia no solo debe ser los pecadores no convertidos, sino también
los convertidos en pecado y exilio; la restauración de estos para que ¡vuelvan
adorar al Rey!
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