“Para
presentársela gloriosa para sí mismo, una Iglesia que no tuviese mancha ni
arruga, ni cosa semejante; sino que fuese santa y sin mancha”
(Efesios 5:27
SE 1569).
Jesucristo regresara a
buscar Su Iglesia. Aquella por la cual dio todo, incluyendo Su vida. El estableció
una Iglesia para las naciones. Una Iglesia que se extendería al fin de la
tierra, y de Ella se establecerían congregaciones para reuniones y asambleas. En
estas congregaciones de comunidades cristianas se prepararían discípulos, formando
comunidades de discipulado para luego enviar y seguir la expansión del
Evangelio. Según Efesios 5, Una
Iglesia que lo imite a Él, andando en amor y humildad, honesta,
agradecida, sabia, sometida, respetuosa, que anda en santidad; unida, con un mismo
sentir y motivo. Una iglesia con Una
Sola Misión (Marcos 16:15).
Lastimosamente, con
el surgir de los tiempos, pastores y ministros empezaron adueñarse de La
Iglesia. Apartándose del propósito original Jesús instituyo. Estos compiten
entre sí y prohíben a los miembros de su congregación visitar otras congregaciones
o comunidades cristianas, creando discusiones y pleitos entre hermanos en la fe.
Estos también aprenden a competir entre sí. La desunión eclesiástica es de tal
magnitud que muchos pastores y ministros no se hablan. Estos están enfocados en
su congregación, pero no en La Iglesia. Lo cual ha causado confusión y éxodos
en las congregaciones, y peor aún, de la fe en Jesucristo.
Muchos confunden el termino
congregación – lugar de reunión, con Iglesia. Estos llaman al lugar de reunión
“iglesia.” La única realidad es que somos
una Iglesia que se reúne en diferentes lugares. El libro de Los Hechos modela
este concepto, pero sobre todo muestra la unidad entre los ministros y miembros/hermanos en la fe. El propósito de
implementación de congregaciones era para uso de reuniones santas. Así dando
lugar a que los hermanos tuvieran un lugar cercano donde reunirse. La esencia y
propósito de las reuniones eran las misma. Todos se ayudaban entre sí y
trabajaban para un propósito común, la expansión del Evangelio de Jesús y la proclamación
del Reino de Dios. Estas congregaciones no tenían identificadores - no se
llamaban congregación de Pablo o de Pedro, sino que trabajan en común
proclamando a Jesús. ¿Por qué no imitar el gobierno Jesús instituyo y dio a los
Discípulos? Con un lugar de reunión, donde los pastores se reunían, en el
concilio principal, para hablar y dar reportes de las maravillas de la obra de
Dios, trabando en conjunto con el Hijo y el Espíritu Santo. No esperemos ser
llamados “hipócritas” como Jesús llamo a los Maestros de la Ley y a los
Fariseos (Mateo 23). Unámonos en la unidad del Espíritu y seamos la Iglesia que
estuvo en el corazón de Jesús desde su fundación. (Recomiendo leer el capítulo
de mateo 23 completo).
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