“Y
levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: ¡Cálmate, sosiégate! Y el
viento cesó, y sobrevino una gran calma” (Marcos 4:39 v. LBLA).
“Y el SEÑOR desató sobre el mar un fuerte
viento, y hubo una tempestad tan grande en el mar que el barco estuvo a punto
de romperse” (Jonás 1:4 v. LBLA).
1 Juan 4 exhorta escudriñar los espíritus. Este
capítulo del Nuevo Testamento no debe leerse a la ligera. Enfatiza el Espíritu
de Dios y el espíritu del anticristo y como identificarlo. “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad
los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el
mundo” (v.1). Es de buen sabio recordar la Creación, como Dios la hizo perfecta
y como satanás se infiltro ocasionando confusión. Este engendro duda, causando
que Eva desobedeciera; esta luego incito Adam a desobedecer, así provocando la
ira de Dios y la salida del Huerto del Edén.
Desde el principio de los tiempos podemos leer
que todo lo que Dios hace satanás desea destruir. Este frecuentemente usa el medio
de la confusión (se ve real pero no es). Imitando lo de Dios y creando lo
falso. Este imita de forma fraudulenta, haciendo creer que es real y valorable,
para confundir al hombre. Sin discernimiento de espíritus, fácilmente se toma
lo falso como si fuera real. Muchos entienden este concepto ya que algunos han
sido engañados comprando lo falso que parecía real. Pero solo después de la inversión
se dieron cuenta que habían sido engañados. De igual manera se presenta satanás
y sus demonios. Aun en las reuniones santas se infiltran provocando
discusiones, disensiones y hasta divisiones. Esta última es la meta de satanás,
desunir al Cuerpo de Cristo para que se debilite y poderlo atacar y vencer. El que
tenga oídos oiga lo que el Espíritu habla en este capítulo de 1 Juan 4.
Las tormentas espirituales entristecen el Alma y debilitan
el espíritu del hombre. Unas vienen para destruir y otras para construir. Los versículos
que hacen referencia a esta escritura (Marcos 4:39 y Jonás 1:4) muestran dos
tipos de tormentas. Una desatada por satanás (Mr 4:39) y la otra enviada por
Dios (Jonás 1:4). Satanás deseaba incitar miedo, temor, duda, mientras que Dios
deseaba que Jonás regresara e hiciera lo que Él le encomendó. Dios desea
entrarnos en Su obediencia así recibiendo sus bendiciones. La tormenta satánica
se reprende en el nombre de Jesús y esta “calla y enmudece.” La tormenta Divina
no se puede reprender porque viene de Dios. por lo tanto, es de suma
importancia discernir las tormentas de la vida; esas que nos llegan
desprevenidos. A veces las decisiones que tomamos traen consecuencias
negativas, pero estas no son desprevenidas ya que tomamos parte en ella. Aquellas
que suceden sin involucrarnos, debemos orar para discernirlas. Jonás tomo una decisión
equivocada, tuvo consecuencias y solo tuvo que pedir perdón y enderezar sus
pasos al orden de Dios. Los discípulos tuvieron que acudir al Maestro ya que no
podían controlar la barca en su propio conocimiento y fuerza. Debemos recordar
que la mayoría de estos eran pescadores y se deduce que habían experimentado
varias tormentas de mar. Esta era diferente. Tuvieron que acudir a Jesús. Solo Jesús
entendía que era una tormenta “contraria” por lo que reprendió y ordeno.
Cuando lleguen tormentas a nuestra vida, debemos buscar
la dirección de Dios y esperar que el Espíritu Santo ministre, ayudándonos a
discernir si pedir perdón o reprender y ordenar. No reprendamos a la ligera. Muchos
todo lo reprenden, en especial cuando esto le causa tristeza, miedo, angustia. Nuestro
Señor desea que lo involucramos en todo nuestro sentir, con esto actuando de
forma Divina, ya que somos guiados por el Espíritu Santo. Muchas veces satanás desea
detener victorias en nuestro caminar con Cristo. Cuando tormentas satánicas se
levantan, es importante conocer el porqué de esas tormentas. Marcos 5 muestra
que después de la tormenta, ellos pasaron al otro lado y llegaron a una ciudad
de Decápolis, donde estaba el gadareno endemoniado que le salió al encuentro. Recordemos
como este fue libre y regreso (por orden de Jesús) a evangelizar su familia y país.
Leyendo el pasaje, entendemos que este hombre estaba bien atado por satanás, y “moraba
en los sepulcros.” Con esto podemos deducir, que satanás trato de incitar miedo
y temor en los discípulos para que no llegaran “al otro lado.” Él sabía que en
el momento los demonios tuvieran un encuentro con Jesús iban a ser revelados,
atados y echado fuera de los endemoniados. Así liberando a muchos, los cuales irían
a testificar de Jesús y la llegada del Reino de Dios a ese lugar.
La finalidad
de las tormentas contrarias es incitar miedo, temor, causando que se retroceda
o detenga un proyecto. Nehemías no hizo caso, ni tuvo miedo de los incitadores
que le ordenaban dejar el proyecto de la obra de reconstrucción del muro (Nehemías
4). Nehemías oro y reprendió mientras continuaba la obra (4:4). Este prosiguió sabiendo
quien lo envió y respaldaba. Cuando Dios envía algún lugar o una obra, siempre
se levantará tormentas contrarias. Es necesario mantener una comunión con el Espíritu
Santo para ser iluminados y guiados actuar.
Cuando
se discierne la tormenta, el tiempo que dedicamos a ella es mejor utilizado; concentrado
y enfocado; sea pedir perdón y regresar a Dios, o reprender y ordenar.
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