“Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que tiempos de refrigerio vengan de la presencia del Señor, y Él envíe a Jesús, el Cristo designado de antemano para vosotros,” (Hechos 3:19-20 LBA).
Las congregaciones
están llenas de cristianos arrepentidos. Estos sienten vergüenza y remordimientos
por sus acciones, pero luego que el sentimiento de
culpabilidad se disipa, regresan a los mismos actos. No pueden disfrutan de la Salvación porque aún
no se han convertidos; Jesús no es su Señor, solo es su Salvador. Juan el
Bautista bautizo para arrepentimiento, pero en Jesús debe también surgir la conversión.
Las actitudes consecuentes del creyente deben tener
cualidades y carácter de arrepentidos de corazón, no de la carne. Romanos 12 versículos
1 y 2 declara: “Por consiguiente, hermanos, os ruego por las
misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio
vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional. 2 Y
no os adaptéis este mundo, sino transformaos mediante la renovación
de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es
bueno, aceptable y perfecto.” Estos
versículos y muchos otros en La Biblia muestran como debe ser la vida del
creyente convertido de corazón. Muchos somos testigos de creyentes que aún
siguen viviendo la vida que vivían antes de creer en Jesucristo como su Salvador.
Fornicación, idolatría, borracheras, negocios ilegales, deslealtad a sus
esposas (os), falta de compromiso con sus hijos, padres irresponsables, amantes
del dinero más que de Dios, son algunas de las actitudes y comportamiento que aún
prevalecen en medio del Cuerpo de Cristo. Entendemos que puede existir un
proceso de cambio (aunque en algunos surge inmediatamente) para mostrar frutos
de arrepentimiento a la nueva vida de conversión. La transformación de cada uno
es individual dependiendo el nivel de sumisión y entrega a la nueva vida en
Cristo. Filipenses 4:8 revela el cambio que debe suceder en la mente y hablar
de la nueva vida. La vida en Cristo revela armonía, paz, regocijo, justicia,
verdad, confianza, rectitud, fraternidad, hospitalidad, honradez, pureza
(virtud), integridad, amor, templanza, y muchas otras características manifiestas
por Jesucristo cuando vivió en la tierra.
Cuando nos sumergimos a la nueva vida en Cristo Jesús,
surgirán conflictos entre los deseos de la carne y el espíritu. Nuestro espíritu
desea hacer las cosas del Espíritu Santo, pero la lucha con el mundo y los
deseos del cuerpo interfieren. Es una batalla que todo aquel que desea serle
fiel a Dios y a Jesucristo de seguro va a experimentar. La Biblia nos habla de
nuestros hermanos en todas partes del mundo que experimentaron estas batallas y
que presentemente están viviendo las mismas batallas. Gálatas 5 16 al 26
claramente muestra los conflictos que experimentan los creyentes, especialmente
los convertidos de corazón. En el mundo tendremos aflicciones, pero debemos
confiar porque Jesús venció al mundo (Juan 16:33 parafraseado). Juan 16 (exhorto leerlo) es un capitulo muy regocijador ya que nos ensena de
antemano las aflicciones y sufrimientos que tendremos en la nueva vida en
Cristo, pero a la vez nos muestra la victoria, siempre y cuando nos mantenemos
agarrados de la Viña. Colosenses capítulos 1 y 3, Gálatas 6, 1 Corintios 6:19, Efesios
4, y muchos otros capítulos y versículos Bíblicos son recomendado estudiar para
entender el proceso de la nueva vida en Cristo Jesús que lleva arrepentimiento
y conversión. Pero una conversión genuina, de corazón.
Esforcémonos a seguir este Camino, y al final
recibiremos la recompensa prometida. Efesios 4 13 nos dice que, si perseveramos,
obtendremos el conocimiento pleno del Hijo de Dios y llegaremos a Su estatura y
plenitud.
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