“Es necesario que Él crezca, y que yo disminuya” (Juan 3:30)
Mientras tu relación con el Padre aumenta, tus imperfecciones van siendo más revelado. Al principio de la conversión el Padre es paciente y espera el momento de crecimiento espiritual, donde el creyente se ha desarrollado y madurado en su caminar cristiano. El Padre desea que lleguemos a la plenitud de Su Hijo, y para eso necesita santificarnos de adentro hacia afuera. Con esto caminando en santidad, reflejando a Cristo en todo lo que hacemos; donde ya no vivimos nosotros sino cristo en nosotros; viviendo vidas de obediencia.
La santificación es un
proceso. En ese proceso el Espíritu Santo comienza revelando todas las áreas
que necesitan purificación, sanidad y santificación. Esas áreas que requieren
ser entregadas a Cristo; áreas que ni aun el creyente sabía que estaban vigentes
en su corazón y que súbitamente dominaban en el Alma.
Durante la santificación, el
Alma empieza a revelar sus iniquidades, males, dolores y pecados ocultos. Damos
gratitudes al Padre por no revelar esos males internos cuando estábamos inmaduros,
recién convertidos en el primer amor. Agradecemos a Cristo porque solo en El,
el Padre tiene la misericordia y paciencia de llevarnos mediante el proceso de purificación.
Debemos permitir ser dirigidos por el Espíritu Santo mientras se nos revelan
las impurezas que aún existen en nuestro interior, aceptando nuestra realidad espiritual
y agradeciendo el proceso de santificación. En vez de sentirnos impuros o
culpables, debemos arrepentirnos por cada pecado oculto o área mostrada por el Espíritu
Santo que necesite purificación o sanidad interior. Esto incluye pedir perdón y
perdonar a las personas que hemos herido y dañado y las que nos han dañado a
nosotros. Mostrar nuestra vulnerabilidad en el proceso es difícil,
especialmente para aquellos que aun llevan orgullo en su corazón.
Vergüenza y culpabilidad son
sentimientos muy molestos. Es difícil enfrentarse cara a cara a esos
sentimientos y las emociones que le acompaña. Aflicciones y congojas rebosan el
corazón, por lo cual es difícil enfrentar esos pecados vergonzosos de los cuales
participamos antes de entregar nuestras vidas a Cristo. Ahora que estamos en
Cristo Jesús, comenzamos a ser redargüidos por el Espíritu Santo y nos re-encontramos
con un Alma herida, dañada, maltratada, adolorida o llena de vergüenza y
culpabilidad. Una Alma que necesita a Cristo para ser sanada,
libertada y santificada así poder cumplir el propósito por el cual fue creada y
apartada para salvación y vida eterna.
Es importante aclarar que,
aunque el proceso de santificación puede ser doloroso al encontrarnos con
nuestros pecados y heridas más internas, el propósito de este proceso no es de
juzgar o hacerte sentir mal. Al contrario, es para completa liberta del Alma. Una
Alma completamente libre puede adorar con libertad. La Palabra de Dios nos dice
“…conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31-32). Entendiendo
y reconociendo las ataduras internas que nos han mantenido regresando al mismo
pecado o depresión mental y emocional liberta al individuo. Esto sucede si sabe
usarse para el proceso de liberación, purificación y santificación. Lastimosamente,
muchas veces, cuando el Espíritu revela lo íntimo de nuestra Alma; de donde
surge nuestros males, algunos resultan en venganza. Por consiguiente, el Padre
solo muestra estos males internos cuando tenemos la madurez espiritual y cercanía
con El para que podamos vencer durante el trascurso.
Mi amado hermano en la fe, no
te sientas abrumado cuando no entiendes porque sigues pecando deliberadamente. Solo
ve a la presencia del Padre y permite que el Espíritu Santo te revele el pecado
de Acá (Josué 7 - males que tenemos arraigados que no nos permiten ganar las
batallas de la vida). Luego entra a cuenta con Dios en arrepentimiento. Ese es
el propósito de la revelación, arrepentimiento. Luego del arrepentimiento viene
la sanidad y finalmente eres libre. Veras que mientras más descubre tus males, más
libre eres. El proceso de santificación depende de tu nivel de receptividad a
este. Ojalá que tu proceso sea corto, el mío ha sido largo. Pero ya no existe
culpabilidad ni vergüenza, solo siento el Amor del Padre tratando con mi vida
ya que El desea que estemos cerca. Te exhorto mi hermano que reciba la corrección
y sentirás el Amor del Padre en el proceso. Vamos escalando peldaños en cada
proceso que vencemos. Lo importante es que no estamos solo, Él está con
nosotros en cada paso y batalla que tenemos. Las victorias son de Él. Asegúrate
siempre de darle las gracias por cada victoria que logras.
Te
deseo un hermoso proceso con el Espíritu Santo.
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