“El
espíritu del Señor se apodero de Jefte, que recorrió Galaad y Manases, llego a
Mispa de Galaad y desde allí paso al territorio de Amón. Jefte hizo el
siguiente voto al Señor: Si entregas en mi poder a los amonitas, el primero que
salga por la puerta de mi casa para venir a mi encuentro, cuando regrese
vencedor, será para el Señor, y lo ofreceré
en holocausto…” (Jueces 11:29-40).
El dominio propio
es uno de los frutos de vivir en el Espíritu. A veces cuando deseamos el favor
de Dios prometemos cosas sin entendimiento, envolviendo las emociones. Varias
veces lo que prometemos está fuera de nuestro alcance o decisión individual, ya
que envuelve otros recipientes o participantes. Prometer a Dios es caso serio y
no se debe hacer a la ligera. La Biblia es muy clara respecto a este tema y nos
insta a pensar antes de prometer, ya que cuando se promete a Dios, El espera
cumplimiento, y solo Él puede cancelar
esa promesa. Eclesiastés 5:1-6 dice: “Cuando
fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para dar
el sacrificio de los necios: porque no saben que hacen mal. 2 No te des priesa con tu boca, ni tu corazón se
apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú
sobre la tierra: por tanto, sean pocas tus palabras. 3 Porque
de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz
del necio. 4 Cuando a Dios hicieres
promesa, no tardes en pagarla; porque no se agrada de los insensatos. Paga lo
que prometieres. 5 Mejor es que no
prometas, que no que prometas y no pagues. 6 No
sueltes tu boca para hacer pecar a tu carne; ni digas delante del ángel, que
fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se aire a causa de tu voz, y que
destruya la obra de tus manos?”
Esto
fue exactamente lo que hizo Jefte, juez de Israel. Este hizo promesa a Dios,
bajo emoción, para que le ayudara a derrotar los amonitas. Lo que Jefte no
entendía es que Dios ya le había entregado los amonitas en sus manos, no había
necesidad de prometer (“El espíritu del Señor se apodero de Jefte…”11:29). Pero
lamentablemente cuando a Dios se le promete, a Dios se le debe cumplir. La hija
de Jefte entendía este concepto, “si te has comprometido ante el Señor, padre
mío, cumple tu promesa respecto a mí, ya que el Señor te ha concedido vengarte
de tus enemigos, los amonitas” (Jueces 11:36). Así como Jefte muchos prometen
bajo emoción, para luego realizar que no pueden cumplir lo prometido.
Perdiendo, ante Dios, credibilidad y seriedad de promesas. Jefte, como hombre
de palabra y compromiso, cumplió su promesa, aunque esto significo la pérdida
de su hija (11:35).
Jesucristo
pago por completo para que recibamos, gratuitamente, las promesas y
misericordia del Padre. Por lo tanto, no es necesario hacer promesas para tocar
el corazón de Él. Al contrario, Él siempre está dispuesto a darnos victoria
sobre batallas y guerras espirituales y carnales.
Tristemente,
algunas promesas se hacen con la intención de manipular a Dios para que conceda
la petición por la cual estamos haciendo la promesa (“engañoso es el corazón…”
(Jeremías 17:9). Sin embargo hay promesas que en verdad mueven el corazón del
Padre. Estas tienen intención de adorarle. Por ejemplo, el dejar de fumar,
embriagarse, la idolatría a ciertas cosas y personas (poner a Dios primero),
etc. Ese tipo de promesa lleva la intención de glorificar a Dios con nuestro
cuerpo y tiempo. A nuestro Dios le interesa cumplir el propósito para el cual Él
nos creó. Cada vez que le pedimos al Padre moldeamiento de carácter, deseo de
ser disciplinado como cristiano, anhelo por su casa (a veces no podemos ir por cuestión
de trabajo), deseo de trabajar en el ministerio de Jesucristo (expandir el
evangelio), y otras cosas similares a estas, El concederá esas peticiones. La Palabra
dice “buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia y todo lo demás será añadido”
(Mateo 6:33). Todo lo demás envuelve: cuidado, protección, provisión de
nosotros y lo nuestro, etc. Lo cual incluye hijos, familiares, finanzas, salud,
techo y aun las cosas más sencillas que a veces creemos Él no escucha. Cuando buscamos
primeramente el Reino de Dios, por promesa, El concederá los deseos de nuestro corazón,
por más sencillos que estos sean (claro está siempre y cuando esté en Su orden
y voluntad) y aún más…
El
que desee prometer al Señor, hágalo si así desea, solo asegúrese de escudriñar su
corazón antes de prometer. Más aun, asegúrese de prometer cosas que puede
cumplir, porque si a Dios promete…hay que cumplirle. Cuando prometemos y luego
no cumplimos, hay ramificaciones. Si Dios concede las peticiones por la cual se
hizo promesa, debemos de igual manera cumplir las nuestras. Dios no puede ser
burlado y no existe hombre que burle a Dios. Muchas veces Dios concede la petición
y luego se nos dificulta cumplirle. Luego queremos cubrirnos con: ‘Él es
misericordioso y entiende’ para salir de nuestras promesas hecha a Él. ¡SOLO
DIOS PUEDE CANCELAR Y PERDONAR las promesas le hacemos! Lo mejor es hacer lo
que dice La Palabra, “es mejor no prometer” si no le vamos a cumplir. Jefte ofreció
para holocausto, no ofrezca promesas que luego te desgarraran el corazón y por
consiguiente reniegues cumplir.
Mi
oración es que escudriñe tu corazón y mente y recuerde si le has hecho promesa
a Dios y no has cumplido. Algunas veces no entendemos razones por la que no
recibimos bendiciones, y la razón está en que le has fallado a Dios en
promesas. Que el Espíritu Santo revele a tu corazón para que cumplas y puedas
continuar experimentando la abundancia que Dios tiene para tu vida pero ha sido
detenido, en los cielos, por tu falta de cumplimiento.
Dios te bendiga.
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